Me echo hacia atrás en mi sillón, descanso por unos momentos del trabajo, entorno los ojos y sin querer, vuelvo a la primera noche que dormí con compañía, junto a Ana. Por primera vez en mucho tiempo mi sueño fue largo y tranquilo; lo achaco a los excesos de aquella noche. Cuando regresé la compensé por el mal rato que la hice pasar al ausentarme y dejarla sola. Deseaba dormir conmigo, y yo no lo entendí. Mi compensación fue marca Grey, pero algo especial para ella, aunque puede que lo hiciera con alguna de las otras chicas. Creo que fue con Leila, a quién le di a beber vino frio de mi boca. Pero el resultado con ella, no ha tenido nada que ver con el que Anastasia me ha dado, que vibraba y gemía cuando recorría su cuerpo con un cubito de hielo entre los dientes. Efectivamente, nada que ver. Me desperté a su lado, pero ella me observaba sonriente.
-¿ Has dormido bien ? - me preguntó con su voz dulce y su gloriosa sonrisaHoy la tendré cerca, más cerca. A pocos pasos de mi casa. Por fin el traslado a Seattle, y mañana la tendré para mi solo. Al fin la doctora Green vendrá y allanaremos el camino hacia la desaparición de los condones a los que odio. Siento algo de pudor al tener que deshacerme de ellos delante de la chica de turno, por eso entiendo perfectamente a Anastasia cuando se ruboriza si la menciono algo de su intimidad. Señorita Steele, me has hechizado. Siento que hay algunos conceptos que antes tenía muy claros, y sin embargo ahora, con ella, percibo que ya no los veo lo mismo. Mañana, si acepta quiero llevarla al cuarto del placer, aunque ella piense que es el cuarto de la tortura. Estoy deseando empezar a jugar con ella. Será una experiencia nueva para ambos. Para ella porque se verá ante lo desconocido, y para mi, porque tendré que instruirla, cosa que nunca he hecho con nadie. Todas las que han estado allí, eran expertas. Tendré que elegir cuidadosamente los juegos que vayamos a hacer, no quiero asustarla. Tendré paciencia y poco a poco la iré introduciendo y pulsando el grado de dolor que soporta, y el de placer también. Estoy impaciente porque pase el sábado y amanezca un nuevo día, nuevo de verdad, sobre todo para Anastasia. Se me hará interminable la tarde, creo que es mejor, para acortarla, que me dedique un poco a trabajar. Estoy nervioso, expectante ¿cómo reaccionará ella ante el ritual que la tengo preparado ?
Después de un examen, la doctora Green, al fin se ha marchado después de recetarle la píldora. Dentro de unos días perderé de vista esa molesta protección que me desagrada, pero que es necesaria..
-¿ Quieres jugar conmigo ?- la pregunto, pero ella sarcástica me responde con una evasiva, a pesar que sé que ha entendido mi pregunta
- Aquí sólo estamos tu y yo, ¿ con quién iba a jugar? ¿ A cartas quieres decir ?
- No Anastasia, y tú lo sabes. Deseo que juguemos arriba en el cuarto del placer
- No termino de entender que sea del placer con esos cachivaches que me horrorizan
- Hoy no vamos a usarlos. Iremos poco a poco. Hoy será tu primera vez. No, hoy no; serán simplemente juegos sexuales para el placer tuyo y mío
- De acuerdo. Si no vas a torturarme , de acuerdo
- Nunca te haré daño, y lo sabes. Además sabes que puedes cortar mi intervención siempre que quieras, para eso te di unas palabras claves
-Si, si, ya lo se. Y me negaré si te extralimitas; podré hacerlo porque aún no he firmado "tus normas"
- Cierto, pero de eso ya hablaremos más adelante. Hoy estoy impaciente por tenerte allí. Llevo esperándolo desde ayer, y francamente no puedo ni quiero tener más demoras. Vamos
La tomo de la mano para inspirarla tranquilidad, ella, aparentemente está tranquila. No sabe a lo que va, ni lo que va a sentir; tiene que experimentarlo por si misma. Por mucho que la diga que sentirá un gran placer, no me creerá, así que no la comento nada más y abriendo la puerta, entramos en el cuarto, que según ella le llama es la habitación de la tortura. Cumplo con todo el ritual al que estoy acostumbrado: trenzo su cabello, la desnudo, y la tumbo en la cama atando sus brazos y sus piernas.
Compruebo que las ligaduras no estén fuertes para que no dañen su inmaculada y preciosa piel. Abre mucho los ojos ante la expectación de lo que vendrá a continuación. Y lo que siguió la hizo vibrar nuevamente, retorciéndose en el lecho, jadeando y suplicándome que terminase con aquella sucesión de deseos. Deseaba que los aliviase, y yo respondí , y la hice mía suavemente al principio, después más rápido hasta que la hice gritar de placer. Cuando terminamos, tras diversas repeticiones, la llevé en brazos para que descansara. Quedándose dormida inmediatamente.
La dejé descansar, ni siquiera la desperté para comer; ya lo haríamos cuando se recuperase, pero fue tan agotador para ella, que tuve que despertarla a media tarde. Íbamos a cenar a casa de mis padres; conocería a las personas más importantes de mi vida: a mi familia, algo que jamás había hecho anteriormente. Y sonreí al incluir a Anastasia entre las que consideraba importantes. Ninguna otra había tenido ese privilegio anteriormente, Nunca.
Entre plato y plato Carrick, unas veces, y Grace otras, deseaban saber ó conocer, a quién había sentado a la mesa para compartirla con ellos. Estaban alucinados; nunca antes me habían visto con una chica. Era un interrogatorio a dos o tres voces, puesto que mi hermana también intervenía. Anastasia, nerviosa al principio, poco a poco se fue afianzando y respondía con la mayor naturalidad y sinceridad. Eso me enorgullecía. Me agradaba que mi familia diera el visto bueno a mi chica. Pero algo cambió mi expresión satisfecha, cuando a una pregunta de mi madre, Anastasia respondió que al día siguiente, lunes, iría hasta Georgia a visitarla y a su esposo que estaba en reposo por una lesión en un pie.
Creo que el color huyó de mi cara ¿Cómo es que yo no lo sabía ¿ Cómo es que no he sido yo el primero en saberlo? La furia me ganaba por momentos; no me podía creer que estuviera lejos a tantos kilómetros, durante varios días sin verla, sin tenerla ¿ por qué no lo he sabido ? Si a duras penas contenía mi impaciencia cuando vivía en Portland, ¿ cómo voy a resistirlo a miles de kilómetros? Mi enfado subió de enteros, pero con mi habitual control, nadie percibió el descomunal enfado. Tenía que castigarla; había cometido una infracción grave. No podía pasarlo por alto. Con la excusa de enseñarle la casa, me alejé de allí con ella de la mano. Tenía que escarmentarla, ¡ y vaya si lo hice en la caseta de los aperos de las embarcaciones! la tumbé en una lona y esta vez no tuve miramientos. Lo hice a mi manera, mientras ella protestaba quejándose, no sé si porque le hacia daño, o por no encontrar la liberación que la estaba provocando. Fue rápido. La ayudé a incorporarse, y cuando la tuve frente a mi, ella protestó
- Has sido injusto. ¿ Por qué te has enfadado?
- Yo debía haber sido el primero en saberlo, y me he enterado de pasada, por casualidad. ¿ Te parece poco ?
- ¿ Así van a ser tus castigos?
-No tienes ni idea de cómo puedo castigarte- La voz lejana de mi hermana buscándonos hizo que nos recompusiéramos inmediatamente.
-Toma- la dije alargándole las braguitas que le había quitado en el cuarto del placer y que ella no me había reclamado. Se con qué intención lo hizo. Pensé que me las pediría, pero no, Anastasia, una vez más, se había salido con la suya.
Nos reunimos con Mia y a su pregunta, respondí que enseñaba a Anastasia mis trofeos de vela. Ninguno de los dos dimos a entender lo que acababa de ocurrir en ese cuarto, pero mi enfado aún perduraba. A nuestro regreso a Escala, la pedí que se quedara conmigo esa noche, ya que tardaría tiempo en volver a estar con ella. Aceptó y mi enfado se desvaneció en el acto.
Ilustraciones: Cincuenta sombras de Grey
No hay comentarios:
Publicar un comentario