Voy avanzando hacia el coche, hacia él. Taylor me ha sonreido y yo he correspondido. Mis piernas tiemblan hasta tal punto, que creo vaya a derrumbarme antes de llegar. Estoy nerviosa y emocionada a la vez. Voy a volver a verle, y aunque sea un instante, merecerá la pena. Porque Christian es para mí el aire para respirar, aunque él no me vea de esa forma, aunque pretenda fuese un juguete, pero necesito verle, necesito su contacto, le necesito para vivir, para abandonar esta desolación que me invade desde que nos separamos.
Taylor me abre la puerta y entro en el coche. Y por primera vez en muchos días, nos miramos frente a frente. No hablamos, sólo nos observamos, y en su rostro hay enfado. Ni tristeza, ni alegría, ni nada que se le parezca, sólo enfado, disgusto. Si tanto le molesto ¿para qué me ha llamado ? Si no hubiera podido acudir a la exposición, hubiera dado una excusa y seguro que José lo comprendería. ¡ José ! mi amigo del alma, aunque su comportamiento en cierta ocasión no fuera el adecuado. Pero él me quiere incondicionalmente, sin pretender nada a cambio, sólo que le quisiera, pero me es imposible, sencillamente Christian me supera.
Me descoloca completamente, cuando en lugar de saludarme, más o menos amablemente, sólo me increpa porque me ve más delgada y me pregunta desde cuándo no como. ¿ Qué es lo que quiere? Me dan ganas de decirle que él tiene la culpa si he adelgazado, y que no he comido desde la última vez, desde aquél aciago día en que decidí tomar las riendas de mi vida y no ser el juguete que él buscaba. Me muerdo los labios para no protestar por esa pregunta; no quiero una nueva discusión. Deseo aprovechar hasta el último momento de estar con él. Porque tal y como veo el ambiente, seguro que ésta será la última vez que nos veamos..
Miro al frente, a la nuca de Taylor. No quiero mirarle porque sé que si lo hago, comenzaré a llorar, y no quiero hacerlo delante de él. Ya tendré tiempo esta noche en casa, a solas. Me había hecho ilusiones, pero está visto, que ambos caminamos por senderos diferentes, sin arreglo posible.
" Tenemos que hablar " Es lo que me ha dicho ¿ Hablar? ¿ De qué y para qué ? Quiero que lo haga, que se explique. No, no, que no lo haga, porque estoy tan débil en mi interior, que sé que aceptaría lo que quiera proponerme, y me he dado cuenta, de que no es posible. Somos incompatibles. Ha vivido demasiado, mucho, y sin dar cuentas a nadie. ¿Quién soy yo para creerme que sería capaz de cambiarle? Pienso que solamente una persona ocupa su cabeza, y probablemente su corazón, y no hay lugar para nadie más, sólo ella, la mujer que le convirtió en lo que es hoy y a la que defiende a capa y espada.
Estamos frente a un edificio y, a pesar de todo, sigue adivinando lo que pienso. Con su dedo índice me señala hacia arriba adelantándose a mi pensamiento. El helipuerto, iremos en el Charlie. Me enfurece que me deje con la palabra en la boca. Para mí es trascendental lo que desee decirme, pero él ha cortado la conversación porque hemos llegado al helipuerto ¡ Es increíble ! Por segunda vez, me acomoda junto a él en el helicóptero. Sé que me mira de reojo, analizando cada gesto de mi cara. Pero me muestro inexpresiva, porque así me siento. Todo me da igual. No siento curiosidad por ver la ciudad de noche, que él me va señalando, y hasta mi memoria llega la primera vez,. Aquella primera vez de muchas cosas, cuando comenzó mi calvario porque me había hechizado, porque fue él quién me dió el primer placer y la primera desilusión.
Me señala un edificio de los más altos y me indica que hay en su último piso un restaurante excepcional, y que me llevará alguna vez a cenar ¿ Qué pretende? Le repito que no habrá lugar puesto que lo hemos dejado. Creo que no se da por aludido porque dice que no es óbice para alimentarme. "Estás muy delgada. Tus ojos resaltan aún más ". Le miro sin pestañear, porque en su mirada hay algo que no es enfado, sino dolor ¿ Dolor, por qué, por quién ? Seguro que no es por mi. Y de nuevo un nudo en mi garganta hace que me quede sin palabras.
En la terraza del helipuerto. hace mucho viento, y Christian me abraza por la cintura y me acerca a él para protegerme. Yo me siento morir. ¡Cuánto he echado de menos sus brazos protectores!, y siento que necesito que me proteja, que soy vulnerable y soledad cuando no estoy con él. Me toma de la mano y bajamos por las escaleras con cuidado para no caerme. Me mima ¿ tendremos aún alguna oportunidad?.
En la puerta tenemos un coche esperándonos, es de alquiler. Me dice que la vuelta lo haremos en su coche, que traerá Taylor hasta Portland.
Me enfada, me ha dejado sin respuesta y se lo recrimino ¿ Por qué es capaz de hacer este planteamiento y dejarlo a medias ?. Él también se altera. No quiere tener esa conversación en la calle delante de todo el mundo. Me toma de la mano y simplemente me dice : "entremos a ver lo que tu amigo expone. Hablaremos más tarde". Y entramos ambos de mal humor. No tenemos arreglo posible; estamos exasperados el uno con el otro. Recorremos con la mirada la exposición, mientras una chica se aproxima a nosotros; creo es la relaciones públicas. Sonríe al verme , no entiendo por qué. Dice conocerme, pero no la he visto en mi vida. Christian me mira sin entender nada. Se ausenta para traer algo de beber: creo que lo necesitamos para templar los nervios.
¡ Qué ocurre ! Todos con quienes me cruzo mientras voy contemplando las fotografías de José, me miran y sonríen. De mi bolso extraigo un pequeño espejo, para ver si es que llevo algo extraño, y no, todo está normal. Pero llego a un apartado y me quedo de piedra: ahí estoy yo en poses naturales. Con mis gestos habituales, con mi risa habitual, relajada y feliz. Ahora me explico todo. Christian se incorpora a mi lado, y mira las fotografías. Sólo dice algo que no comprendo en aquel momento : ¿Por qué yo no te puedo ver así, relajada , feliz ? Ahora vuelvo. Da media vuelta y le sigo con la mirada. Le veo hablar con la relaciones públicas y sacar su tarjeta de crédito. Observo también como la chica pone los ojos en blanco y dibuja una amplia sonrisa en su cara. " Ha comprado una foto, seguro"- murmuro para mí. Al cabo de un rato vuelve a mi lado. La curiosidad me puede, y le pregunto si ha comprado alguna; su respuesta me deja sin hablar " ¿Una ?. Las he comprado todas. No quiero que nadie te devore con la mirada en la soledad de su salón"
¿Qué ha querido decir con eso? ¿ Tiene celos de que le guste a alguien más? Sonrío y no digo nada, aunque lo pienso :"quieres ser tú quién lo haga "
Veo a José desde lejos, atendiendo a unas chicas. Me complace que tenga tanto éxito y no sólo con la exposición. Me ha visto y viene hacia mí. Nos abrazamos cariñosamente. Me dice que estoy cambiada ¡ si tú supieras ! Saluda cordialmente a Christian, que estrecha su mano con desgana. Nuevamente reclaman su presencia. José se va y Christian me mira con recelo. Seguimos dando una vuelta por el recinto. Verdaderamente los paisajes de José son espectaculares; probablemente los realzo más de la cuenta, y observo con satisfacción que a Christian no le gusta nada que ensalce la obra de mi amigo ¡Bingo, siente celos ! Da un sorbo a su copa y de pronto se vuelve hacia mi, y me dice
- Hemos de irnos
- ¿ Tan pronto?- , respondo porque a penas hace media hora que hemos llegado
- Si, tan pronto. Taylor vendrá a buscarnos, hemos de cenar, y tenemos que hablar
- La cena te la puedes ahorrar: no tengo apetito
- Pues vas a cenar . parece que vas a desmayarte de un momento a otro. Ve y despídete del chico
- Ese chico tiene nombre y es mi amigo. Además hemos estado muy poco tiempo
- El suficiente. Despídete de él.
Doy un respingo y miro alrededor de la estancia para localizar a José. Él mira hacia otra parte, pero tiene las mandíbulas contraídas y el gesto hosco y malhumorado. Por fin le veo rodeado de gente y me encamino hacia él. Se aparta del grupo que le entretiene, y yo, en una maniobra estudiada, me cuelgo de su cuello y le abrazo de tal forma que sorprendo al mismo José, que me toma en volandas y comenzamos a dar vueltas como dos chiquillos riendo felices. Veo la cara de Christian algo descompuesta e incremento mi abrazo aún más. ¿ Qué es lo que quiero conseguir con eso? No lo sé exactamente, pero por un lado compruebo que él no es ajeno a todo lo que estoy haciendo, que debe sentir algo por mí. ¡ Oh no, ! veo que se aproxima, y antes de que llegue y evitando una escena desagradable me suelto de los brazos de José y le doy un beso en la mejilla a modo de despedida.
Christian me toma de la mano y a grandes zancadas me saca de allí. Yo protesto por la forma en que nos hemos ido, pero no dice nada; sé que está furioso, y en el fondo me alegro. Que se dé cuenta de cómo yo lo he pasado durante estos días. Nos detenemos en una esquina, y comienza a mirar a un lado y a otro. Hay un callejón, parte trasera de locales comerciales, con poca luz y solitario. No tengo ni idea de por qué me lleva por allí.
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