Ni siquiera se me había ocurrido viajar con mis anteriores chicas. Ni yo mismo podía creerlo ¿ qué fue lo que me hizo pensar en ello? No lo se, ni me importa. Fue un impulso y tal y como lo pensé, lo hice. Iríamos por la autopista, en el coche, pero imaginé que sería más pesado, así que no, decididamente viajaríamos en el helicóptero. Anastasia estaba muy sorprendida, porque hay que reconocer que no es un medio muy común para conquistar a una chica. Pero ella estaba radiante ante la idea de viajar de noche a una ciudad, no muy distante, pero que siempre lo había hecho por carretera. La misma excitación, ante la aventura, que sentía ella, la experimentaba yo. Era una novedad, y pienso que he perdido el tiempo al rechazar la compañía de una mujer en el Charlie, o quizá sea porque es Anastasia quién me acompaña.
En menos de una hora estábamos en la terraza de mi apartamento. Mi impaciencia iba en aumento, al tiempo que el nerviosismo; ambas cosas iban parejas, y la incertidumbre por cómo plantear la relación que sin duda deseaba tener con ella, pero no estaba seguro en cuanto a su respuesta.. La señorita Steele no paraba de dar sorpresas. Mi excitación estaba provocada por lo que acontecería no tardando mucho. Sexualmente soy activo y aunque me controlo bastante, hay ocasiones en que es difícil no sentir impaciencia. La pequeña Steele era lo que me provocaba: un sentimiento ignorado totalmente hasta ahora.
Ya en el apartamento, la veía vulnerable, pero al mismo tiempo decidida y valiente; cada vez me sorprendía más. Lejos de estar nerviosa miraba todo con curiosidad. Acariciaba el piano, contemplaba los cuadros y me hacía preguntas. Yo le daba la información que requería. No deseaba ocultarla nada que pudiera perturbarla.
Llevaba el documento de confidencialidad en una mano, y en la otra dos copas y una botella de vino para que fuese más llevadera la conversación que íbamos a tener , ya que Anastasia, tenía una mente como una esponja y quería saber todo. Destapó la pluma que le ofrecí para la firma, y sin vacilar ni un solo instante, estampó su rubrica en el papel. No me lo esperaba; creí que al menos leería lo escrito allí, por lo que se comprometía a no hablar de la relación que íbamos a tener de un momento a otro. No sé si sería duradera, o por el contrario saldría despavorida cuando conociese la verdad de lo que iba a proponerla. Y sin más preámbulos le expliqué en que consistiría nuestros esporádicos encuentros de fines de semana, si es que aceptaba mis reglas.
Ella parpadeaba curiosa; me dio la impresión de que no tenía ni idea de lo que la estaba diciendo. Presentí que era un mundo desconocido para ella, pero no tenía dudas. Guardaba silencio mientras le planteaba la situación. Extendí mi mano para llevarla al lugar que sería testigo de nuestros placeres. Ella no dejaba de mirarme y se veía indecisa, pero al fin aceptó mi mano y tranquila la llevé a mi cuarto del placer.
Todo lo que recuerdo es que recorría la habitación con los ojos muy abiertos, como queriendo absorber todo lo que estaba viendo por primera vez en su vida. No hablaba, no decía nada y yo comenzaba a intuir, que mis planes se desmoronaban como una torre de naipes. Dio unos pasos, contempló más detenidamente algunos objetos, y al final comenzó a preguntarme:
-¿ Por qué todo esto ?
- Me gusta. Este es el tipo de relación que deseo tener... contigo. No te obligo a nada. Si quieres irte, lo entiendo. Asusta un poco al principio, pero cuando lo conoces compruebas que es placer.
- No creo que así sea . ¿ Por qué yo ?
- No lo sé. No te puedo responder, pero hay algo que me lleva hacia ti. No hay explicación. Me sentí atraído desde el primer momento en que te conocí, y desde entonces en mi cabeza imaginé las fantasías que podríamos tener en esta habitación, si llegas a aceptar
- Pero yo ... ni siquiera conocía que esto existiera. No creo que pueda seguirte. ¿ Tengo que pegarte con esto ? - me preguntó señalando las varas y los látigos.
- No, seré yo quien lo emplee en ti si cometes alguna infracción. Será el castigo. Después llegará el placer
- Te estás riendo de mi. No creo que agrade a nadie que le peguen con estos artilugios. ¿Y si no acepto?
- Pues te llevo de regreso a casa, y no ha pasado nada, pero la confidencialidad sigue en curso.
- ¿ Por qué no tenemos una relación normal.? Me gustas Christian, pero todo esto me asusta un poco
- Es lo que deseo, pero no quiero que me sigas sin conocerlo a fondo. Investiga y después de hacerlo concretamos el acuerdo. Saltándome las reglas que yo mismo me he impuesto, y como una excepción, esta noche lo pasaremos bien con el método tradicional. Espero que eso te complacerá más ¿ no ?
- Con el método normal...
Me extrañó que lo dijera con una expresión rara, bajando la cabeza. Sonó una alarma en mi interior: "ya está, es lesbiana". Pero acababa de decirme que le gustaba, ¿ entonces qué ocurría ? Decidí abordar el tema de una vez. La impaciencia me estaba jugando malas pasadas: tenía que saber de una vez si íbamos a acostarnos juntos o no.
- ¿ Qué te gusta del sexo ?
- Pues ...
¿ Por qué demonios duda, qué le pasa a esta chica ?
- Si,¿ Qué te gusta hacer o que te hagan cuando haces el amor?
- No lo sé- respondió bastante nerviosa
- Oye, creo que me ocultas algo, y la relación se basa en la confianza. Vamos a tener intimidad y eso requiere que seamos abiertos de mentes, pero también sinceros en nuestras preferencias.
- Si, si, lo entiendo. Pero... es que yo... nunca he estado con un hombre
-¿ Queeé ? ¿ Nunca te has acostado con nadie, eres ... ?
Me quedé helado, cuando la vi asentir con la cabeza. Ni siquiera se atrevía a mirarme. Me dio pena porque para ella no fue fácil confiar a un desconocido, que hacía poco había visto por primera vez, algo tan íntimo para una mujer. La acaricié para que se tranquilizara, y aunque no era una situación nada común en estos tiempos, reconocí que yo nunca había tenido que desvirgar a ninguna chica, todas eran expertas en el sexo, con lo cual fue una novedad también para mi. Decidí tomar las riendas de la situación y terminar de una vez con la violencia que ambos sentíamos.
- Pero ... ¿ tú quieres que yo te haga el amor ?
La pregunté rezando interiormente para que dijera que si. Algo primitivo hacía que deseara a Anastasia con todas mis fuerzas. Sólo desee a una mujer de esta forma cuando era adolescente y fue a Elena. El resto de las chicas que pasaron por mi vida fueron transacciones sexuales entre ellas y yo, muy placenteras ciertamente, pero no me produjeron la excitación e impaciencia que sentía frente a esa chica vulnerable a la par que atrevida que se ofrecía a mi sin saber a ciencia cierta cómo iba a ser el paso que daríamos a continuación.
Se dejó hacer, no sentía vergüenza, al menos yo no lo percibí cuando desnuda la tendí en mi cama. No quitó su vista de mi, observando cada detalle de mi cuerpo. Era la primera vez que veía a un hombre desnudo y era la primera vez que sentiría su cuerpo invadido por un extraño. La acaricié, la besé y recorrí cada centímetro de su hermosa piel. Sus labios exhalaban ligeros suspiros que yo ahogaba con los míos.
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