A pesar de querer mucho a Kate, estoy de muy malhumor. Me ha metido en una buena encerrona y tengo mucho que estudiar. Pronto serán los exámenes y ¡ yo trabajo !. Nada más y nada menos, que tengo que desplazarme hasta Seattle. Se le ha ocurrido ponerse enferma y me ha dado un cuestionario para que haga una entrevista a un magnate de las finanzas. No tengo ni idea de cómo es ni de a que se dedica. Nunca he oído hablar de él ¿ cómo le voy a hacer una entrevista ? Ella lo ve todo muy fácil porque está haciendo la carrera de periodismo, pero lo mio es totalmente opuesto. En fin, será mejor que aparque mi mal humor y me prepare para enfrentarme a este reto. Gracias a que quiero a Kate como si fuera una hermana, de lo contrario, no lo haría por nada ni por nadie.
Voy a ver si lo llevo todo: el cuestionario, la grabadora, el bolígrafo, las llaves del coche. Si lo tengo todo. Antes de salir la llevaré un poco de caldo, y la pondré un vaso de zumo con paracetamol en la mesilla para que se lo tome a media mañana. Cuando regrese, si tengo tiempo, le haré un poco de sopa. Menos mal que me deja su coche. Con él iré más rápido, porque en el mio, por descontado que no llegaría a tiempo.
Bueno, por fin arrancamos; vamos allá Ana, a ver si tenemos suerte y todo sale bien.
Aparco el coche y entro en el edificio. Totalmente intimidante por lo grande y aséptico que es. En recepción me identifico y con algo de extrañeza la señorita me dice que no estoy anunciada. He de explicarle que la señorita Cavanagh está enferma y vengo en su lugar. Asiente después de alguna comprobación y me da una tarjeta que cuelgo en mi cuello. ¿ Qué demonios ha tenido que comprobar si ni siquiera sabe que existo? Lo mismo este señor Grey es un quisquilloso y exige esta circunstancia. En fin, que Dios me ayude.
Estoy nerviosa, muy nerviosa. Me han indicado que voy a la planta veinte, así que mientras echaré una ojeada a las preguntas que debo hacer . ¡ Por Dios, son muchas! Y claro, no me da tiempo más que a ver tres o cuatro. En fin ¡ sálvese quién pueda! Y vuelvo a vivir el mismo ritual de abajo, en Recepción: la señorita Cavanagh está enferma , bla, bla, bla.... Me dicen que me siente y me ofrecen algo para beber. Muy amables, les pido un vaso de agua, porque tengo la boca totalmente seca.
Tengo que esperar. Consulto el reloj: faltan cinco minutos para que se cumpla la hora de la cita. Menos mal que he llegado a tiempo. Y por fin la puerta se abre y sale de allí un hombre alto, atlético, sonriente que se despide de las chicas el mostrador que parece ser son las secretarias. Desde dentro se oyen una voz y una risa, a las que el hombre atlético responde riendo. Y por fin soy anunciada . Me indican que pase sin llamar, y cuando voy a hacerlo, tropiezo no sé con qué y caigo de bruces al suelo, soltando el cuestionario, la grabadora y perdiendo el bolígrafo. ¡ Santo cielo ! Más patosa imposible.
Levanto la vista y frente a mi unos brazos que se tienden para ayudarme a levantar Y veo un rostro joven, perfecto, unos ojos grises acerados, una voz bien entonada y un cuerpo atlético. De su boca sale un nombre que a punto estoy de desmayarme:
- Señorita Cavanagh ¿ se ha hecho daño? Soy Christian Grey
Me quedo sin habla ¡ Christian Grey !, pero... si es muy joven. Yo a mi vez he de presentarme: me ha confundido con Kate. Hechas las rectificaciones me indica un asiento en un lado del amplio despacho y lo hace frente a mi. Estoy muy cortada y muy nerviosa. Más aún que cuando venía hacia aquí. ¿Qué le digo, por donde empiezo ?. Miro a mi alrededor nerviosa, buscando el bolígrafo entre las hojas que llevo. Debí perderlo en la caída; él se lo imagina y me da un lapicero de encima de su escritorio
. Carraspeo, bajo su atenta y, creo que atónita mirada, pongo en marcha la grabadora, pronunciando unas palabras a modo de presentación de la entrevista. Su mirada penetrante parece leerme lo que pienso, y yo me ruborizo como si llevara un cartel en la frente que me delatase. Estoy deseando terminar y largarme de aquí. Demonios, ¡ que guapo es ! Seguro que la legión de rubias que tiene por secretarias, estarán loquitas por él, y no me extraña nada.
Tras varias preguntas, pocas, la verdad, Kate ha escrito la pregunta del millón, y yo, sin pensarlo, se la suelto, dejándole parado y yo helada, sin que la sangre corra por mis venas
- ¿ Es usted gay ? - Y con la mayor parsimonia del mundo me responde:
- No, Anastasia, no soy gay
Quiero que la tierra me trague de una vez y desparecer de su vista. Quisiera tener alas en los pies y salir de allí inmediatamente. No he podido ser más desafortunada. ¡ Qué bien me vendría el vaso de agua que dejé en el vestíbulo ! Mi boca es como un papel secante; la lengua se me pega al paladar por la sequedad. Pero cualquiera le pide un poco de agua. Me intimida mucho, muchísimo.
Tiene que asistir a una reunión y quiero dar por terminada la visita, pero él insiste en ofrecerme un puesto de becaria en su compañía. Ni por todo el oro del mundo trabajaría aquí. Ni me imagino vestida con la ropa que llevan las secres; yo voy cómoda con mis vaqueros. Lo de hoy ha sido una excepción, pero también con mi atuendo, he hecho el mas absoluto de los ridículos. ¡Menuda pinta llevo!. Y es que no me interesa ni la ropa ni nada, total nadie se percata de mi presencia nunca, así que voy bien vestida..
Y salgo como un rayo hacia la calle, y recibo el aire fresco con alegría. Llevo en mis pupilas los ojos grises de Grey, la penetrante mirada de este hombre que hace me sonroje sólo con mirarme.
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