La apremio para que vaya al grano, y ella se siente presionada porque cree que sólo quiero escuchar lo que yo quiero oír. Se calla y después, más templado la digo que prosiga. Me cuenta la charla, y hay cosas que no comprendo, pero no profundizo más por evitar discusiones. Conduce muy rápido y se distrae. No estoy acostumbrado a viajar en un coche que no sea conducido por Taylor o por mi; ella cree que pienso que no tiene la suficiente experiencia como chófer y se enfada. Aparca y me da las llaves para que lo haga yo. Sin duda, ambos estamos alterados; rechazo su oferta, y ella me dice que entonces me calle.
Quiero que volvamos al coche y arranquemos de una vez. Me afea mi forma de decirle las cosas; no quiere que la grite, y además ¡ que me calle !. ¡ Esta chica es imposible !. Suena su móvil y al atender la llamada, me mira de reojo y se distancia unos pasos. La conversación es corta. Se trata de José que quiere ultimar la entrega de las fotografías y si puede quedarse en mi casa . Pongo mala cara; Anastasia me mira, y mueve la cabeza a modo de reproche, pero le notifica que podrá quedarse . Tendré al fotógrafo como huésped. Tras guardar en el bolso el teléfono, se acerca a mi, y ante su proximidad le acaricio el rostro y ella me besa y se abraza a mi. No quiero regañar con ella, nunca. Permanecemos abrazados durante unos instantes, con el riesgo de que venga un policía y nos ponga una multa por haber aparcado pisando la parada de un autobús.
Por fin retomamos el camino, y conduce Anastasia, ante mis protestas porque no sabe a dónde vamos. Ella con ironía me dice que desde que nos conocemos, siempre la he orientado y, bastante bien..., "perfectamente ", asegura. La Ana lenguaraz, ha vuelto y ha sido para quedarse. Ignora lo que la tengo preparado; es una sorpresa que me llena de ilusión y a la vez de incertidumbre ante su reacción. Nunca sé por dónde va a salir; lo mismo acepta encantada, que se niega a ello rotundamente. Se extraña que entremos en una urbanización de lujo, con unas casas maravillosas, en cuyos jardines, los niños juegan y ríen felizmente. Yo la miro de soslayo, observando sus reacciones. Ella está sonriendo. ¡Buena señal ! Después de un largo trecho, la digo que pare frente a una verja blanca que sirve de protección a una fabulosa casa de estilo Mediterráneo. No tiene idea de lo que hacemos allí. Me pregunta si es que vamos a visitar a alguien, y respondo afirmativamente. Y no la engaño: vamos a ver a una agente inmobiliaria que nos muestre la casa, porque si a ella le gusta, querría que fuera nuestro futuro hogar. Yo ya la he visitado, y me gustó muchísimo, es preciosa, pero es Ana quién debe dar su visto bueno.
La recorremos estancia por estancia, con la agente detrás nuestro. En la planta baja están la cocina, el comedor, otro más funcional, la biblioteca, un salón más intimo para ver la televisión, y otro para las visitas. Un salón para juegos, igual al de Escala, y en el sótano un gimnasio con sauna y piscina climatizada. Anastasia no dice ni palabra. La tomo de la mano y subimos a la planta de arriba por unas suntuosas escaleras. Allí visitamos Los dormitorios. Estoy nervioso e impaciente por mostrarle el principal, el que será para nosotros. Ana se queda fija mirando las vistas maravillosas del Sound; es un atardecer precioso, reflejándose los últimos rayos del sol en el agua. Ella se suelta de mi mano y camina unos pasos hasta el ventanal. Apoya una mano en el cristal y se vuelve hacia mi. Ignoro si intuye mis intenciones, pero creo que no. Se gira mirándome muy seria y sin entender lo que ocurre
- ¿ A qué hemos venido Christian ? ¿ A ver la puesta de sol ? Lo entiendo porque es un espectáculo maravilloso. Pero... no entiendo nada. ¿ Qué hace esa mujer ahí ? ¿ Nos está vigilando ?
Yo tengo un nudo en la garganta, Estoy emocionado, y no suelo hacerlo normalmente, pero se trata de formar un hogar, de nuestra propia familia: ella y yo, y tengo miedo del rechazo. Por fin me decido a explicarle toda la situación
- ¿ Te gustan las vistas ?
- Y a quién no. Es una maravilla. Si, me encantan
- ¿ Te gustaría verlas a diario para el resto de tu vida.? ¿ Te gustaría despertar por la mañana y contemplar una maravillosa salida del astro, y contemplar los barcos que salen del puerto, y por la noche recorrer las luces del litoral? Dime ¿ te gustaría ?
- ¿ Qué es lo que me estás diciendo exactamente ?
-Si te gusta... la compraré y aquí fundaremos nuestro hogar y formaremos nuestra familia. Mira en el dormitorio de al lado estará el cuarto del niño
- ¿ Del niño ? - me pregunta extrañada. No sé si es que le ha extrañado que lo mencione o que esté pensando en no tener familia, o instalar un cuarto de juegos, o qué. Hay veces que se me escapa
Por fin sonriíe, con esa risa luminosa que enciende mis venas y que refleja una luz extraordinaria en sus pupilas.
- ¿ Viviríamos aquí ? - me pegunta incrédula
- Por supuesto. La reformaremos, o mejor la echaremos abajo y la construiremos a nuestro gusto, y en ella vivirán nuestros hijos ¿ Qué te parece ?
No dice nada, sólo me abraza y nos besamos efusivamente, sin importarnos que tengamos testigo observándonos. La miro y ella me responde:
- Quiero verla más detalladamente, y si, me parece bien, muy bien, diría yo. Pero sólo refórmarla. Es preciosa así. No la quites el carácter fantástico que tiene, Sólo refórmarla.
La tomo de la cintura y la llevo en volandas dando vueltas, hasta donde la agente nos mira sonriente. Volvemos a recorrerla y ella pregunta y es respondida, y yo la observo feliz y contenta, y todas mis indecisiones desaparecen. Corretea como una niña por el prado que tiene y comenta que es un sitio ideal para hacer un picnic, y tomar el sol, y que los niños jueguen, y celebrar las Navidades viendo el esplendor de la Naturaleza en aquella parte de la tierra. Está entusiasmada, pero hay algo que de repente me frena, pero que he sido yo quién lo dijo primero ¿ niños ? ¿ más de uno ?... Me rasco la nuca y al final sonrío y me digo. Si está bien, pero con alguna pausa, de uno en uno. Si, estaría bien.
Está exultante. Le brillan los ojos como hacía tiempo no los veía. Se cuelga de mi brazo y reclina la cabeza sobre mi hombro mientras nos acercamos al coche para regresar a la ciudad. Pero hoy ha sido un día fabuloso y hemos de celebrarlo. Anastasia es editora y está entusiasmada. Hemos puesto los cimientos a nuestra futura familia y somos felices y nos queremos. Decididamente hay que celebrarlo
Quiero que volvamos al coche y arranquemos de una vez. Me afea mi forma de decirle las cosas; no quiere que la grite, y además ¡ que me calle !. ¡ Esta chica es imposible !. Suena su móvil y al atender la llamada, me mira de reojo y se distancia unos pasos. La conversación es corta. Se trata de José que quiere ultimar la entrega de las fotografías y si puede quedarse en mi casa . Pongo mala cara; Anastasia me mira, y mueve la cabeza a modo de reproche, pero le notifica que podrá quedarse . Tendré al fotógrafo como huésped. Tras guardar en el bolso el teléfono, se acerca a mi, y ante su proximidad le acaricio el rostro y ella me besa y se abraza a mi. No quiero regañar con ella, nunca. Permanecemos abrazados durante unos instantes, con el riesgo de que venga un policía y nos ponga una multa por haber aparcado pisando la parada de un autobús.
Por fin retomamos el camino, y conduce Anastasia, ante mis protestas porque no sabe a dónde vamos. Ella con ironía me dice que desde que nos conocemos, siempre la he orientado y, bastante bien..., "perfectamente ", asegura. La Ana lenguaraz, ha vuelto y ha sido para quedarse. Ignora lo que la tengo preparado; es una sorpresa que me llena de ilusión y a la vez de incertidumbre ante su reacción. Nunca sé por dónde va a salir; lo mismo acepta encantada, que se niega a ello rotundamente. Se extraña que entremos en una urbanización de lujo, con unas casas maravillosas, en cuyos jardines, los niños juegan y ríen felizmente. Yo la miro de soslayo, observando sus reacciones. Ella está sonriendo. ¡Buena señal ! Después de un largo trecho, la digo que pare frente a una verja blanca que sirve de protección a una fabulosa casa de estilo Mediterráneo. No tiene idea de lo que hacemos allí. Me pregunta si es que vamos a visitar a alguien, y respondo afirmativamente. Y no la engaño: vamos a ver a una agente inmobiliaria que nos muestre la casa, porque si a ella le gusta, querría que fuera nuestro futuro hogar. Yo ya la he visitado, y me gustó muchísimo, es preciosa, pero es Ana quién debe dar su visto bueno.
La recorremos estancia por estancia, con la agente detrás nuestro. En la planta baja están la cocina, el comedor, otro más funcional, la biblioteca, un salón más intimo para ver la televisión, y otro para las visitas. Un salón para juegos, igual al de Escala, y en el sótano un gimnasio con sauna y piscina climatizada. Anastasia no dice ni palabra. La tomo de la mano y subimos a la planta de arriba por unas suntuosas escaleras. Allí visitamos Los dormitorios. Estoy nervioso e impaciente por mostrarle el principal, el que será para nosotros. Ana se queda fija mirando las vistas maravillosas del Sound; es un atardecer precioso, reflejándose los últimos rayos del sol en el agua. Ella se suelta de mi mano y camina unos pasos hasta el ventanal. Apoya una mano en el cristal y se vuelve hacia mi. Ignoro si intuye mis intenciones, pero creo que no. Se gira mirándome muy seria y sin entender lo que ocurre
- ¿ A qué hemos venido Christian ? ¿ A ver la puesta de sol ? Lo entiendo porque es un espectáculo maravilloso. Pero... no entiendo nada. ¿ Qué hace esa mujer ahí ? ¿ Nos está vigilando ?
Yo tengo un nudo en la garganta, Estoy emocionado, y no suelo hacerlo normalmente, pero se trata de formar un hogar, de nuestra propia familia: ella y yo, y tengo miedo del rechazo. Por fin me decido a explicarle toda la situación
- ¿ Te gustan las vistas ?
- Y a quién no. Es una maravilla. Si, me encantan
- ¿ Te gustaría verlas a diario para el resto de tu vida.? ¿ Te gustaría despertar por la mañana y contemplar una maravillosa salida del astro, y contemplar los barcos que salen del puerto, y por la noche recorrer las luces del litoral? Dime ¿ te gustaría ?
- ¿ Qué es lo que me estás diciendo exactamente ?
-Si te gusta... la compraré y aquí fundaremos nuestro hogar y formaremos nuestra familia. Mira en el dormitorio de al lado estará el cuarto del niño
- ¿ Del niño ? - me pregunta extrañada. No sé si es que le ha extrañado que lo mencione o que esté pensando en no tener familia, o instalar un cuarto de juegos, o qué. Hay veces que se me escapa
Por fin sonriíe, con esa risa luminosa que enciende mis venas y que refleja una luz extraordinaria en sus pupilas.
- ¿ Viviríamos aquí ? - me pegunta incrédula
- Por supuesto. La reformaremos, o mejor la echaremos abajo y la construiremos a nuestro gusto, y en ella vivirán nuestros hijos ¿ Qué te parece ?
No dice nada, sólo me abraza y nos besamos efusivamente, sin importarnos que tengamos testigo observándonos. La miro y ella me responde:
- Quiero verla más detalladamente, y si, me parece bien, muy bien, diría yo. Pero sólo refórmarla. Es preciosa así. No la quites el carácter fantástico que tiene, Sólo refórmarla.
La tomo de la cintura y la llevo en volandas dando vueltas, hasta donde la agente nos mira sonriente. Volvemos a recorrerla y ella pregunta y es respondida, y yo la observo feliz y contenta, y todas mis indecisiones desaparecen. Corretea como una niña por el prado que tiene y comenta que es un sitio ideal para hacer un picnic, y tomar el sol, y que los niños jueguen, y celebrar las Navidades viendo el esplendor de la Naturaleza en aquella parte de la tierra. Está entusiasmada, pero hay algo que de repente me frena, pero que he sido yo quién lo dijo primero ¿ niños ? ¿ más de uno ?... Me rasco la nuca y al final sonrío y me digo. Si está bien, pero con alguna pausa, de uno en uno. Si, estaría bien.
Está exultante. Le brillan los ojos como hacía tiempo no los veía. Se cuelga de mi brazo y reclina la cabeza sobre mi hombro mientras nos acercamos al coche para regresar a la ciudad. Pero hoy ha sido un día fabuloso y hemos de celebrarlo. Anastasia es editora y está entusiasmada. Hemos puesto los cimientos a nuestra futura familia y somos felices y nos queremos. Decididamente hay que celebrarlo
Edición: 2017
Ilustraciones: Cincuenta sombras más oscuras
Video: Youtube / One last night / Vaults
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