Como estaba previsto, he sido el ganador del baile con Anastasia. Se ha tranquilizado en parte, una vez que ha concluido su exhibición benéfica. Tenemos un rato libre mientras terminan la subasta, y comience el baile. Hemos de aprovechar el paréntesis para aliviar a Anastasia, que cada vez se muestra más incómoda. La tomo de la mano y la conduzco a la tercera planta de la mansión de mis padres, atravesando el salón desprovisto de gente; sólo el servicio de catering preparando unas bebidas. Ella no conoce esa parte, y observa todo con curiosidad. Subimos hasta el último piso y me paro frente a una puerta. Ella me mira interrogante. No sabe dónde la llevo, creo que piensa que es un cuarto de baño. Abro la puerta y ante nosotros está mi dormitorio de cuando vivía con los Grey, y que Grace no ha querido desmontar. Todo permanece igual que cuando yo lo habitaba. No termina de entender el porqué estamos allí.
- No Anastasia. Tú eres la primera.
Ella avanza por la habitación embebiéndose en todos los detalles. Acaricia con sus dedos los libros que tengo en una estantería, y mira curiosa sus títulos. No son los clásicos de aventuras de cualquier adolescente, o alguna novela de amor rosa que suelen leer los jóvenes. Son títulos profundos: clásicos, ensayos, biográficos, tratados de economía... Aparta su mirada, sin duda complacida por mi selección literaria, y la posa sobre los trofeos deportivos ganados durante mis años de instituto y universidad. Sonríe tratando de identificar esa parte de mi vida, que no había imaginado ni conocido. Estoy impaciente; el tiempo pasa y no tenemos mucho. Se lo hago notar. Le ayudo a despojarse de su vestido y yo también de parte de mi ropa. No lo tengo tan complicado como la vestimenta de Ana. Ya no lleva las bolas, me dice tuvo que quitárselas la primera vez de fue al servicio acompañada por Mia, pero la ansiedad, permanece en ella. La recuesto en mis rodillas y ante mi se muestran sus nalgas, que acaricio suavemente, antes de alzar mi mano sobre ellas La azoto varias veces hasta que su excitación comienza a liberarse. Le agrada la sensación que siente al ser azotada, no la rechaza. Hemos de apresurarnos, y sin más dilación la penetro. Confío en que sea suficiente para calmar su insatisfacción, al menos hasta que retornemos a casa. Dice sentirse más aliviada, y yo sonrío complacido. Volvemos a recomponernos, y mientras ella termina de vestirse y peina su cabello, se fija en un pequeño panel que tengo encima del escritorio. Sonríe tratando de imaginarme en esos conciertos de las entradas que hay pinchadas en él, o del billete de avión hasta Pekín; una foto en la Muralla China, en la Ópera de Viena, y ... en una pequeña fotografía en blanco y negro, que causa su extrañeza.
Refleja una mujer joven, de cabello oscuro, sonriente y con una expresión que hace se acerque más para verla mejor. Se extraña. No lo hubiera hecho tanto, si se tratara de otro tipo de foto. Me pregunta quién es. No puedo confesar la verdad, pero tampoco quiero mentirla. He de decir algo, de lo contrario no parará hasta averiguarlo.
- Es alguien sin importancia. La puse ahí hace muchos años, y me olvidé de quitarla
- Pero debe ser alguien importante , puesto que aún la conservas
- Si te digo la verdad... No sé porqué la guardo. Vayámonos está a punto de empezar el baile.
Desvío la conversación mirando el reloj: se hace tarde. Ante mi anuncio, ella se pone nerviosa, alisa con la mano el traje que se mantiene impecable y rectifica mi corbata pajarita que me había puesto algo torcida.
- Ya estamos bien - exclama complacida
Mientras bajamos nuevamente para reunirnos con todos los demás asistentes, la pregunto cómo se encuentra y parece ser que está aliviada. Y sigue contándome lo mal que lo ha pasado con el "juguetito"; lo subraya y yo suelto una carcajada. Llegamos a tiempo en el último minuto. Aún no hemos entrado en la carpa, cuando el presentador anuncia la actuación de un cantante. Ambos nos miramos y respiramos aliviados. Por poco no llegamos tarde. Nadie, por lo visto, se ha dado cuenta de nuestra ausencia. Mejor, así no tendremos que dar explicaciones. Mi adversario en la subasta, se acerca hasta nosotros sonriendo, y yo hago lo mismo. Ana nos contempla asombrada, sin entender nada en absoluto. No sabe que va a conocer a un admirador anónimo y, junto con ella, autor de mi mejora en la forma de vivir que he tenido hasta ahora.
Flynn es uno de mis mejores amigos. Ha hecho por mi en poco tiempo, más que todos aquellos que me han atendido desde que llegué a la vida de los Grey. Ha sido quién ha visto que Anastasia ha tenido mucho que ver en mi vida, y ha sido el que me ha impulsado a seguir el programa en el que no se busca lo ocurrido, sino la meta a la que deseo llegar. Mi meta es Anastasia, él lo sabe y lo apoya. Desea conocer a la mujer que ha cambiado mi vida, y para ello me solicita bailar con ella, aunque en realidad lo que desea es estudiarla mientras dura la canción que suena en el baile. Yo acepto y ella no dice nada, pero se extraña de la familiaridad con que nos tratamos mutuamente.
-Anastasia, te presento al doctor Flynn- Ella me mira algo cortada, pero su ingenio sin límites hace que ambos riamos ante su ocurrencia
- ¡ Vaya el doctor Flynn ! Ese médico tan caro que te trata
Le ofrece su mano y les miro mientras se dirigen a la pista de baile. No siento celos. De Flynn no.
Mi padre se acerca hasta nosotros y solicita mi permiso para bailar con Ana. Naturalmente se lo doy y le digo que no es necesario ser tan protocolario. . El no. Mientras ellos se dirigen a la pista de baile de nuevo, yo saludo a algunos caballeros que desean cambiar impresiones conmigo acerca de una opa hostil en la empresa SIP. Me muestro sorprendido y aseguro que no sabía nada, achacando que he estado de viaje durante unos días. No se puede divulgar, y mucho menos decirles que soy yo el autor de su adquisición..
Anastasia desea ir al servicio mientras yo doy una vuelta y charlo con algunos de los invitados. Han transcurridos unos minutos, y la veo hablar con Elena, y no precisamente con cara alegre. Por su expresión creo que ha sido ella la que ha dado por concluida la conversación. Pido disculpas a mis interlocutores, y decido ir a su encuentro. Como imaginaba, está bastante molesta. Reclamo su atención, pero pasa de largo a mi lado, y voy tras ella insistiendo
- Ana ¿ qué ocurre ? -. No solo no se detiene, sino que me contesta de forma airada
- Pregúntaselo a ella. Me ha amenazado si vuelvo a dejarte. ¿ Por qué siempre tienes que darle cuentas de nuestra privacidad ?
-No le he dado cuentas a nadie
-Ella me ha dicho que te llamó el sábado. No quiero, que algo que nos concierne, vayas corriendo a contárselo. No debes hacerlo y no quiero que lo hagas.
.-No lo hice. Estuve montando el planeador. No hablé con nadie. No te preocupes, cuando lleguemos a casa hablaré con ella
- Ni se te ocurra. Lo tomará como un triunfo, y eso es lo último que deseo.
- Vamos te acompaño o prefieres que nos vayamos a casa. Dentro de nada empezarán los fuegos artficiales
- ¿ Hay fuegos artificiales?
- Si, a las doce en punto ¿ Te gustan ?
- Siempre me han gustado. ¿ Podemos quedarnos ?
- Si ese es tu deseo, ¡ claro que podemos ! He pasado un día fantástico. Por favor, no lo echemos a perder por ella. No significa más que una amistad.
- De acuerdo.
Me lo dice sonriendo. Creo que ha decidido seguir mi recomendación. Es un alivio. No entiendo su enemistad, la de ambas, porque sé que a Elena, tampoco le cae bien ¿ Qué les pasa a estas mujeres ?
Muevo la cabeza desechando la idea que se instala en mi cabeza, y la palabra celos, hace acto de presencia en ella. Los fuegos artificiales han sido bonitos, pero como todos los años. Es un ritual que se cumple fielmente siempre. A Anastasia le han gustado; mientras ella eleva su vista hacia el cielo, disimuladamente, yo giro mi cabeza en rededor por si descubro la silueta de Leila escondida. Sawyer, Ryan y Taylor, cada uno en su sitio, cruzan sus miradas con la mía, y Taylor me hace ver que no hay nada nuevo.
Y un año más se ha cumplido el protocolo. Tomo a Anastasia por la cintura y decido que es hora de irse. El cansancio comienza a acusarse en el rostro de Ana y en la forma vacilante de andar. No está acostumbrada a llevar esos tacones altísimos. La sujeto fuertemente para evitar que caiga. Nos despedimos de mis padres y hermana. Todos se muestran muy cariñosos con Ana, y la invitan a que les visite más a menudo. Sawyer me entrega un sobre que alguien le ha dado para que se lo haga llegar a Anastasia. La letra me es conocida, pero destierro ese pensamiento. Es absurdo pensar que es ella ¿para qué ? Entramos en el coche y se lo entrego. Lo abre, tuerce el gesto y lo guarda. Yo no pienso más en ello.
Y por fin llegamos a casa . Ana reclina su cabeza sobre mi hombro, mientras subimos en el ascensor acompañados de Sawyer, la última incorporación al equipo desde mi regreso de Georgia, y será el encargado de la protección de Ana. Perteneció al FBI; es un buen profesional, y me fue recomendado por Taylor. Salimos al recibidor, pero un brazo extendido del guardaespaldas, nos impide el paso.
- Aguarden aquí, por favor. Taylor está subiendo- me dice
- ¿ Qué ocurre Sawyer?- inquiero
- Señor, alguien ha embadurnado con pintura el coche de la señorita Steele
-¿ Que ? Abra la puerta, no puedo permanecer aquí esperando a Taylor
- Por favor, señor Grey...
- Abra la puerta Sawyer
- No Christian, no entres por favor
Me sujeta fuertemente por los brazos con ojos de angustia, de miedo. Es mi responsabilidad; no puedo permanecer impasible por algo de lo que soy responsable. Me deshago de sus brazos, y entro en mi apartamento. Presumo que ha sido Leila, y que posiblemente esté dentro. Quiero entrar y encontrarla, hablar con ella y hacerle entrar en razón. Que comprenda que su conducta no es lógica, absurda y que salí de su vida hace mucho, y que ahora ella está casada y yo prefiero a Ana. Pero después de revisarlo todo a conciencia, ni Taylor, ni Ryan, ni yo, hemos encontrado ni a Leila, ni nada que nos haga pensar que está dentro.
- ¿Por qué no la llamas y hablas con ella o llamas a la policía antes de que cometa algún disparate? -. me dice con razón. Pero no quiero que intervenga la policía. No harían más que complicar las cosas; lo que necesita es ayuda. Ellos comenzarían a escarbar en su pasado y de rechazo en el mío.
- No, no les quiero por aquí. La localizaremos, no te preocupes.
La tomo de la mano y la conduzco hasta el dormitorio. Se la ve muy cansada. Ella comienza a desvestirse y me da la carta que le dieron a Sawyer
- Léela, yo no la quiero. Es de Elena
- ¿ De Elena ? - la digo extrañado - ¿ Qué demonios quiere ahora ?
Anastasia se encoje de hombros y la deja sobre la cómoda. He decidido que tengo que hablar seriamente con ella, que nos deje en paz de una vez. Arropo a Anastasia, y tras darle un beso en la frente y acariciar su rostro, salgo de la habitación. Tengo que resolver el problema Leila y la intromisión de Elena. Está visto que la noche se presenta bien, mejor dicho la madrugada, porque pasa de la una.
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