De nuevo su ropa está en el vestidor, pero ésta vez la he trasladado al mío. Deseo que comparta mi espacio . Posiblemente a ella no le guste y proteste. Me ha preguntado por la cuestión Leila, y se lo he explicado todo, así que ya sabe de qué va, y el porqué de mi preocupación. Lamento su situación, porque además está sola; lejos de sus padres y con un marido que no le interesa la situación de su mujer, claro que mirándolo bien..., ella le abandonó por irse con otro. Aún así necesita ayuda y apoyo; yo se lo daré. Creo que tengo la obligación, aunque desde un principio supiera a lo que se enfrentaba a la relación que yo deseaba. He hablado con Flynn y tiene una plaza reservada en un centro donde la recuperarán, y cuando esto ocurra, la pagaré clases de Bellas Artes, que es su pasión. Se que no estoy obligado a ello, pero voy a hacerlo, al menos hasta que esté totalmente recuperada y encauce su vida.
Mi preocupación primera es Anastasia, no quiero que salga de mi apartamento: aquí la tengo segura. Pero ella se empeña en ir a trabajar ¿por qué ? Yo correría con todos sus gastos, y eso justamente es lo que ella no quiere: No tendré más remedio que ceder, una vez más, aunque mirándolo con lógica, tiene razón, aunque yo no lo desee. Mandaré a Sawyer a acompañarla; quiero que sea su sombra que no se mueva de su lado para protegerla. Leila está siendo imprevisible.
A pesar de que deseo que viva conmigo, no conoce el apartamento, creo que debo mostrárselo. Y así lo hago. . Las habitaciones de la parte de arriba, ya las conoce, así que la mostraré la parte de abajo. La conduzco hasta la sala de vigilancia y queda asombrada de lo sofisticada que es. En la sala de juegos sonríe cuando ve la Xbox. Seguro que recuerda la pregunta que me hizo frente al cuarto rojo; yo también sonrío al recordarlo. Su inocencia aún sigue asombrándome.. Dejo para la última, una habitación que la sorprenderá, porque no se lo imagina: la biblioteca. Poseo una magnífica y extensa biblioteca, con primeras ediciones, inclusive, que a lo largo de los años, y desde mi adolescencia, fui creando. Me gusta la lectura y no concibo a nadie que no le guste. Anastasia es una incansable lectora, además de su profesión que la eligió por amor a los libros. Cuando abro la puerta, se queda muda, con los ojos muy abiertos, sin poderse creer los tesoros que guardo entre sus paredes. Su mayor deleite: la lectura. Se extasía acariciando los lomos de los libros con su dedo índice, repasa lentamente los títulos de cada obra. Le extraña que me gusten los clásicos, aunque en realidad tengo volúmenes para todos los gustos, porque permito que mis empleados en sus ratos de ocio, puedan deleitarse con alguno. El que más la utiliza es Taylor, el más cuidadoso y de mi plena confianza. Se gira mirándome y sonríe, como dándome su aprobación.
Avanza unos pasos y se para delante de la mesa de billar; algunas veces, cuando Elliot viene a visitarme, echamos alguna partida. Soy un excelente jugador, y casi siempre le gano. Anastasia, de nuevo sonríe: parece que le gusta el billar.
- Si quieres, algún día podemos jugar alguna partida - La digo pensando que me diría que no, pero siempre me sorprende
- ¡ Claro ! Me encanta el billar
- ¿ Sabes jugar ?
- No muy bien-. Me lo dice de una forma y con una sonrisa, que me hace suponer que no me dice la verdad. Lo averiguaré en cualquier momento, pero ella se me adelanta
- ¿ Sabes jugar o es de adorno como complemento de la biblioteca ?
- He jugado un par de veces. ¿Quieres que echemos una partida ?
- De acuerdo, pero hemos de apostar algo ¿ le parece señor Grey?
- Encantado ¿ qué quieres apostar?
- El cuarto de juegos. Si gano me llevas de nuevo
- ¿Y si yo ganase? - le digo riendo
-Escoges tu- me dice muy segura
Y comenzamos la partida de billar más juguetona y sensual de todos los tiempos. Ella sabe muy bien el terreno que pisa, cómo hacer que pierda la cabeza, y juega sus armas. Deseaba ganar a toda costa, pero lo que no sabe es que a mi me ocurre lo mismo: yo también esgrimiré mis armas secretas. A estas alturas, conozco muy bien a Anastasia, y se lo que quiere y desea en todo momento: La conozco mejor que ella misma se conoce.
Y comienza su juego de seducción. Se coloca en posición mostrándome sin ningún recato su trasero ajustado por unos vaqueros sugerentes. Gana esa primera tirada, y se contonea hasta la siguiente posición. Yo la dejo hacer y no me doy por enterado, aunque es todo lo contrario. Y decido seguir su misma táctica: ella se estira sobre la mesa para mostrarme su silueta. Muy bien señorita Steele. Me quito el jersey que llevo puesto, y me quedo con una camiseta, que la verdad,, me queda algo pequeña y marca bastante mis brazos y abdominales, pero me gusta especialmente y por eso no la he desechado. Hago lo mismo que hace ella: me estiro y muestro mi trasero. Noto que carraspea ligeramente; no ha sido inmune a mi táctica. Y en la siguiente partida hago que fallo. Ella me dice que si pretendo fallar a propósito, se lo niego, porque sé que ganaré; sólo de momento, es tiempo para que ella se confíe.
- He ganado yo, pero voy a darte la revancha, desabróchate la blusa y fuera vaqueros -. Ella duda por un momento, pero no dice nada. Entonces yo sigo con el juego. La atraigo hacia mi y la beso ligeramente desabrochándole la blusa. Es todo un espectáculo-. Prosigue - la digo situándome detrás de ella, rozándola ligeramente. Noto su excitación y eso hace que pierda la partida.
-Bien, he sido el ganador, así que mi castigo será darte unos palmetazos en tu bonito culo y después te follaré duro. Si soy muy brusco dime que pare y lo haré inmediatamente
- Recodaré la palabra de seguridad- me dice ella algo confusa
- No, Anastasia, nada de palabras de seguridad. Dime que paré y lo haré . Somos amantes no necesitamos palabra alguna de seguridad
-Está bien, de acuerdo.
Termino de desvestirla y la apoyo sobre la mesa sujetándola con mi brazo y abriéndole las piernas. Le daré palmetazos sin contarlos hasta que ella resista o hasta que yo decida terminar. Comienzo, y ella no protesta, aguanta, y aguanta; no sé cuántos la he dado, pero llegamos a un punto en que me pide que pare. Inmediatamente tiró la regla al suelo
Verla en ropa interior es un espectáculo excitante. la inclino hacia delante sujetando su espalda con mi brazo. Acaricio sus nalgas y, a continuación la penetro y ella me pide sea más rápido y entonces soy brusco y fuerte y duro, pero ella no se queja , al contrario gime y suspira y yo invoco su nombre de puro placer, y juntos llegamos al éxtasis más absoluto. Tengo que tumbarme sobre ella, ya que mis piernas no me sostienen. Me abrazo a su cuerpo y juntos nos deslizamos hasta el suelo y allí vuelvo a estrecharla junto a mi pecho, y beso su rostro y pronuncio su nombre con veneración. Ella nunca me falla, y agradezco que una vez más me haya complacido, aunque ésta vez pienso que también ella lo deseaba. Me dice que le gusta brutal e intenso, quizá por ser conmigo con quién lo practica; no ha conocido a nadie más que a mi. Yo beso su frente y le pregunto como se siente. Me dice que la duele un poco el trasero, pero nada que no pueda soportar. Y a mi memoria acude el castigo con el cinturón, y me estremezco al recordar las consecuencias que tuvo. Seguimos abrazados y en el suelo de la biblioteca. Aprovecha ese momento tan íntimo para decirme que Sawyer me acompañe sólo hasta la puerta de SIP, no quiere que entre en las oficinas.
Sabes que no puedo negarte nada - la respondo.- Pero en cuanto pises la calle, será tu sombra, le digo y ella acepta benevolente. Nos levantamos y vamos hacia la ducha y allí es Anastasia la que desea más de lo mismo, y yo sigo sin poderla decir que no.
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