Después de nuestros juegos en la mesa de billar , y el despertar de esta mañana, lo tengo muy claro: quiero que vivamos juntos. Se lo pido a través de un correo; es más divertida por correo porque habla sin tapujos tal y como lo siente. Yo necesito saber lo que está pensando en cada momento. Deseo ardientemente que viva conmigo, la vida es más fácil con ella. He de centrarme en el trabajo, tengo bastante y Ana me distrae mucho, pero lo prefiero así; el trabajo puede esperar cinco minutos.
A penas han pasado diez, cuando vuelvo a recibir el aviso de que entra un nuevo correo. Leo atónito lo que me dice en él: su jefe le ha propuesto viajar a Nueva York. Hay una convención muy interesante y beneficiosa para su trabajo. Saldrían el miércoles y harían noche allí. ¿Qué? Mi asombro va en aumento. cuando al contactar con ella me dice que ya han hecho la reserva del hotel y de los billetes de avión. La furia me hierve en la sangre. La he dicho que no, y ella tozuda ha decidido desobedecerme. La he ofrecido llevarla yo en ese fin de semana y me ha dicho que anuncian lluvia. Pero no contaba con que iba a hacer una llamada a Roach, que es el jefe de su jefe, pero claro, yo soy el mandamás y han anulado el viaje de Ana con el fin de restringir gastos por la venta de la editorial. Ese problema ya está solucionado, pero ya veremos cuando nos veamos esta noche, si ella opina lo mismo.
He debido advertirla antes de que es un hombre con muy mala fama y que ninguna ayudante le dura; ignoro el porqué, pero no quiero que Ana se encuentre en un compromiso, porque pienso que por ahí van los tiros. No me gusto nada la mirada que le dedicaba en el bar en que le conocí.¡ Ni que lo sueñe!, Ana no irá con él a ninguna parte.
La he avisado de que debe borrar los correos que nos enviamos. Se están monitorizando todas las llamadas, y Ana es muy imprudente a veces cuando me escribe y relaciona alguna de nuestras noches. Nadie debe saber nuestra intimidad, pero ella no lo comprende. Me acaba de mandar un correo que le ha enviado Elena para comer juntas; sé que eso la enfada y a mi también. La llamaré y le diré que la deje tranquila. Es tremendo tener que lidiar con ellas dos a la vez, por si no tuviera bastantes problemas.
He dado órdenes estrictas a Sawyer de que fuera su sombra, pero acaba de llamarme y me ha dicho que Ana ha salido sin advertírselo, a pesar de habérmelo prometido. Me saca de quicio que diga una cosa y luego haga la contraria. Y vuelvo a llamarla y le hago saber que conozco su desobediencia. Ella me pretexta que el infame de Jack le mandó a comprarle la comida. ¿ Qué se ha creído el cretino ese, que mi Ana es su criada ? Por eso no quería que trabajara, pero ella no lo entiende, y encima me dice que la agobio ¿Agobiarla ? Lo que quiero es protegerla que es muy diferente; cuando nos veamos esta noche sé que vamos a discutir. Me advierte que saldrá tarde por el trabajo que debía realizar en Nueva York y que Jack ha de llevarse al no acompañarle. Cada vez me cae peor ese hombre. Se que voy a tomar una decisión tarde o temprano, pero como no cambie, va a ser antes que después.
Son las siete y media y estoy frente a SIP, esperando a que ella salga del trabajo, y lo hace, y a mi se me derrite el corazón. Me ocurre siempre, cada vez que la veo. Tiene ese gesto en el que frunce ligeramente sus labios, y me indica que está enfadada. Se lo pregunto y me dice, que no está segura. La tomo de la mano y le doy un ligero apretón; deseo transmitirle seguridad y amor, porque eso es lo que siento.
Rompe nuestro silencio una pregunta de ella referente a Leila. " No aún no la hemos encontrado, pero seguimos buscándola " Entramos en el ascensor, nos miramos y en nuestras miradas hay algo lascivo, de deseo, y doy rienda suelta al enfado del día con ella. La aprisiono contra la pared del ascensor y tomo su cabeza entre mis manos besándola con desesperación, buscando sus labios como si fuera la primera vez. Acaricio sus piernas y levanto su falta: la necesito ahora y allí mismo. Pulso el botón de stop del ascensor y presiono mi cuerpo contra el de ella que desabrocha su vestido y deja al descubierto sus pechos que acaricio. Levanto sus piernas hasta mi cintura y el deseo explota en ambos y somos el uno del otro apagando con nuestros instintos los desacuerdos del día. Está hermosa, aunque ella crea que no lo es, pero es una de las mujeres más atractivas que he conocido, la que me vuelve loco a cada momento, la que hace que la desee cada minuto, que estoy con ella. Y tomo posesión de su cuerpo y ella del mio, entre caricias, tirones de pelo, besos y palabras ardientes que nos excitan aún más. Es mía y se rinde a mi, lo mismo que yo a ella.. Antes de pulsar de nuevo el botón para proseguir nuestro ascenso, la ayudo a recomponer su ropa y su cabello. La doy una última mirada y la sonrío dando mi aprobación, ella me sonríe también provocativamente y me guiña un ojo como diciéndome ¡ vaya señor Grey , un regalito inesperado . Otro más en un ascensor ! La sonrío más abiertamente; todos nuestros enfados han sido olvidados ante nuestro erótico encuentro. Taylor nos está esperando con cara de preocupación en la que me hace saber que no entiende por qué hemos tardado tanto en subir. Yo me adelanto y le explico que algún contratiempo surgido, pero nada importante. Creo que sabe es una excusa, porque tuerce la boca hacia un lado, sonríe y baja la cabeza. Yo muy circunspecto sigo adelante, tomando la mano de Anastasia.
Me siento en el mostrador de la cocina y entablo una charla con Gail cuando Ana aparece. La cena ya está dispuesta. Creo que debemos aclarar lo ocurrido entre nosotros y las discusiones que lo han provocado. Con el estómago lleno se digieren mejor las peleas. Voy a advertirla, cuando ella me corta y me da la razón respecto a Jack. Presiento que no me está diciendo toda la verdad, sólo que a veces la incomoda porque tiene la mala costumbre de cerrarte algo el paso. Creo que está suavizando la situación y no me gusta que esté tan cerca de ese hombre, y se lo hago saber
- Más le vale andarse con cuidado, porque a la primera de cambio... -¿ Por qué no dejas que yo soluciones mis problemas . No debes interferir en mi trabajo, de lo contrario nunca llegaré a ningún sitio - Sólo quiero tu seguridad . No quiero ni pensar que te ocurriera algo. Yo ...- He dejado bien claro que no deseo controlarla, sino cuidarla para que nada malo la ocurra y ella lo sabe, me lo ha dich:o ". las cosas ocurren porque así vamos aprendiendo a resolver los asuntos". No estoy muy de acuerdo con esa lógica, pero posiblemente tenga razón. Me ha acariciado la cara y con la mirada mas dulce y tierna me ha dicho que si la dejo tranquila y no interfiero, vendrá a vivir conmigo. ¿ Cómo hacerla comprender que lo que siento por ella es algo tan fuerte, que no concibo la vida sin ella ? No la concibo sin su sonrisa, sin su dulzura, sin sus caricias, sin nuestros encuentros sexuales, sin nuestras discusiones y sin nuestras reconciliaciones, en definitiva: la necesito en todos los sentidos. Creo que lo sabe y me da un suave beso en los labios.
Taylor carraspea interrumpiendo nuestra amorosa discusión, y me anuncia una visita inesperada e inquietante:
" La señora Lincoln está subiendo "
Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras más oscuras
Ana, nerviosa se apresura a meter en una bolsa de viaje, algo de ropa. Mientras ella lo hace, yo contacto con Sawyer y le doy órdenes para que sea el guardaespaldas de Anastasia; no debe dejarla ni un instante sin protección. Ryan y Taylor, están prestos para lo mismo. Todo el dispositivo está en marcha, pero seguimos sin localizar a Leila. Ordeno a Ana, que se meta en el coche: yo conduciré.
Mientras ella sube al piso de arriba, a su habitación, yo, acudo al despacho de vigilancia y, junto con los guardaespaldas, visionamos las, entradas al edificio, al aparcamiento y hacemos un barrido por mi apartamento, que exceptuando los dormitorios, está todo bajo el control de las cámaras. Lo hemos ampliado a las dependencias de la vivienda de Taylor y Gail, por si acaso.
Aquí estamos, estará a salvo. Franco ha llegado y subo a buscar a Anastasia; la encuentro sentada en el suelo con cara de preocupación.
- ¿ Te ocurre algo ? - la pregunto al ver su gesto - Si me preocupa Christian. Fíjate en esto - y me señala el vestidor de su habitación totalmente ocupado por la ropa que he encargado para ella. - Anastasia, ésto no es nada. Lo encargué para ti antes de nuestra separación. Nunca pensé en devolverlo; tenía la esperanza de que regresaras - Pero esto... es excesivo. Yo no necesito tanta ropa. - Si la necesitas. Tendrás que acompañarme algún día a las reuniones a las que suelo acudir, no por diversión, pero sí por trabajo. En muchas hay que acudir acompañado por tu pareja, y tú lo eres. ¿ O prefieres que vaya con... Elena, por ejemplo ? - Ni la menciones, por favor. Ni la menciones. Está bien. Tendrás que decirme cómo debo ir esta noche.-
. He mencionado a Elena con toda intención, para que de una vez deseche esa constante preocupación por los gastos que hago para ella. ¡ Es absurdo !, pero he de aceptarlo. Es una mujer totalmente desinteresada, y eso en el fondo me agrada, porque estoy seguro de sus sentimientos hacia mi.
. -Creo que con este traje irás perfecta-. Le indico uno plateado con escote palabra de honor, que deja al descubierto sus hombros y parte de su espalda. Tiene una piel preciosa; merece la pena contemplarla.. Si has terminado con tu inspección de ropa, Franco ha llegado.
Bajamos las escaleras cogidos de la mano. Hasta el mismo Franco, sonríe satisfecho al comprobar el rostro y el cabello de Ana. A ella le resulta simpático, y al instante se establece una corriente de simpatía mutua. Les acompaño hasta mi cuarto de baño y les dejo solos. Ellos se entenderán con lo que ha de hacerse. Mientras tanto, mi preocupación no se calma y retorno al cuarto de vigilancia. De nuevo se han corregido las cámaras, ampliando el perímetro. Más tranquilo, vuelvo al salón, y pongo la música ambiental y procedo a leer los periódicos del día. Necesito centrarme en algo que no sea el problema que tenemos. Me pierdo en el tiempo; no sé si ha transcurrido una hora o más. El caso es que cuando salen Ana y Franco, me quedo boquiabierto con el corte y peinado que ha realizado. Está sencillamente preciosa. Con este nuevo estilo de peinado, hace que resalte más las dulces facciones de ella y sus hermosos y grandes ojos azules. Hasta el mismo Franco alaba el cambio, y eso que está acostumbrado a tratar a mujeres hermosas. Tras un breve comentario y la degustación de un café, el peluquero se marcha.
Sé que ella está deseando acariciarme, y eso es algo difícilmente soportable para mi. Pero al mismo tiempo necesito sentir su ternura, necesito sentir el tacto de su mano por mi cuerpo. Se me ha ocurrido algo. He rebuscado por el baño de la habitación de Anastasia, a ver si encontraba algo. Exactamente alguna barra de labios olvidada, y aunque no me gusta mucho la idea, no se me ocurre nada mejor. Anastasia, apenas si pinta sus labios y Gail no está en estos momentos; claro que podía pedírselo a Tayor, pero ha salido a revisar el garaje. Después de buscar por miles de cajoncitos, y puertas del baño, en el último rincón de uno de ellos, encuentro lo que busco. Es de un color rojo chillón, pero como no encuentro algo más apropiado, doy por válido éste.
- Ven conmigo - la digo, y ella extrañada me tiende su mano - No te preocupes, no vamos a estropear el peinado, es algo que deseo que hagamos.
Ya en mi habitación, me quito la camisa y me siento en el centro de la cama con las piernas estiradas.
- Ven, Anastasia, sube y siéntate encima de mi - Creo que ella piensa en otra cosa, en que le voy a hacer el amor, de otra manera. Sonrio con este pensamiento. Está muy lejos de imaginar lo que tengo en mente. Ella se quita la falda para tener más libertad, y hace lo que la digo. De un bolsillo de mi pantalón saco la barra de labios, la destapo y se la muestro. Ella piensa que será parte del maquillaje que se pondrá esta noche, y yo me rio.
- Cógelo
Cada vez más perpleja lo hace y yo pongo mi mano sobre la de ella, y comienzo a trazar una raya desde mi garganta, el hombro, bajando por mi cuerpo hasta el estómago, y le doy indicaciones de que ella continúe hasta el otro extremo. Noto que su mirada se centra en mis cicatrices, pero no dice nada y termina lo que yo empecé. Con una sonrisa triste, me mira y da por concluido el trabajo que le he encargado. Muevo negativamente la cabeza, haciéndola saber que ha de seguir. Me doy la vuelta y al observar las señales de mi espalda, ya no puede contener el llanto, y quedamente sigue trazando la linea. A penas puede balbucear unas palabras y dice en voz alta, algo que es más que una pregunta; es una reflexión
- ¿ Quién te ha hecho esto? ¿ Qué ser puede hacer algo así a un niño ? ¿ Tu madre ? - No ella no, No se preocupó por mi, pero no me maltrató. Fue su proxeneta.. Me pegaba con un cinturón y apagaba sus cigarrillos en mi. Ahora comprenderás el porqué nadie puede tocarme. No puedo soportarlo; sólo pensar en aquello se me hace insufrible.
- Significa que ¿podré tocarte a partir de la raya roja? - Eso es. Buena chica. Pero por favor, no te apartes de ella.
Con mano trémula, sin a penas rozarme, pasa sus dedos por mi cuerpo sin acercarse al trazado. Yo me tenso, no puedo evitarlo, y ella lo nota. Llora desconsoladamente llena de angustia, y yo la abrazo y trato de restar importancia a todo mi pasado. Pero ella sabe que no es así; me besa tomando mi cara entre sus manos y su angustia se traducen en caricias y palabras hermosas de amor, que para mi son un bálsamo para los recuerdos que he compartido con ella. Y yo respondo a sus besos y tomo su boca con fuerza; deseo sentirla y es ese momento tan íntimo, en el que he destapado una de mis sombras, siento que la deseo fervientemente, que la necesito, y que me importa un pimiento si la despeino y descompongo la obra de Franco. La tomo de la cintura y la deposito sobre la cama al tiempo que la quito la camiseta. Necesito sentir su piel sobre la mia y la poseo y nos poseemos mutuamente, como si nos fuera en ello la vida. Algo nos ha unido aún más. Ella va destapando sutilmente, " el tarro de las esencias" y va conociendo poco a poco mi alma perturbada y perturbadora. Por primera vez siento sus suaves dedos, deslizándose sobre mi cuerpo. Entorno los ojos. Deseo sentirlos, pero al tiempo no me confío, aunque también pienso que quizá no me torturara tanto, si traspasara la barrera invisible que acabamos de trazar. Tenemos un coito desgarrador, dulce,pletórico de amor y de caricias... extraordinario, no por el sexo, sino por lo que de entrega tiene mutuamente. Ahora, ya descansando, siento su cabeza sobre mi pecho, dentro de la zona que no debía traspasar, y acaricio su rostro y su cabello, y algo extraño, que me asombra a mi mismo: la tensión ha desaparecido y me agrada tenerla sobre mi, sin una camiseta que me proteja de su tacto, sino piel con piel de su rostro sobre mi pecho, tratando de acariciar cada una de mis cicatrices, pero no lo hace. Sabe perfectamente que no puede traspasar la frontera roja, y ella lo respeta, porque ahora sabe el motivo de ese comportamiento.
La tarde pasa rápido y nosotros tenemos un evento en casa de mis padres. Creo que ha llegado el momento de comenzar a engalanarnos para dicha ocasión. Me he duchado, y puesto el pantalón y la camisa del esmoquin. Decido probar uno de mis juegos y me dirijo hacia la habitación de Anastasia. Ella también está a medio vestir, sólo con su ropa interior. Me deleito contemplándola está preciosa con un corpiño, con el liguero y los tacones. Sólo le falta el vestido, pero antes de ponérselo le enseño el artilugio que porto . Deseo que lleve las bolas chinas. Sonrío al enseñárselas porque conozco el resultado. Ella duda por un espacio corto de tiempo. Me mira y me formula una pregunta
- ¿ Esta noche?.¿ En casa de tus padres ? ¿ En la fiesta ? - Siempre te las podrás quitar -Bueno...- me dice sonriendo
Estoy complacido al contemplar sus nalgas y lo confiada que se me presenta. Yo pienso en lo que será esa noche a nuestro regreso, aunque para eso faltan muchas horas. Probablemente no aguante tanto, pero por si acaso...Una vez colocadas en su lugar. Ella se ruboriza un poco; no se si es por pudor, o porque están empezando a hacer su magia, y eso que aún a penas ha caminado. Del bolsillo de mi pantalón extraigo una caja de Cartier que porta un par de pendientes de diamantes, sencillos, pero exquisitamente engarzados, que compré para ella. Estaba previsto que los luciera el día que nos separamos, así que he decidido que ésta es una buena ocasión para sellar nuestra vuelta. Ella me mira agradecida; no opone resistencia ni rechazo, y yo me tranquilizo.
- Los compre para que los lucieras la semana pasada, pero... Bueno ya sabes lo que ocurrió. Así que hoy es un día perfecto para que los lleves. Es mi segunda oportunidad- Decido que es mejor que terminemos de vestirnos y salgo de su habitación.
Estoy de espaldas dando las últimas órdenes a los chicos protectores, me giro al ver por un instante, que sus miradas se dirigen en dirección a las escaleras, y al darme la vuelta, comprendo la razón de ello; Anastasia baja, radiante, hermosa, por ellas, ya vestida para acudir a la fiesta de mis padres. Todos desaparecen para dejarnos solos. He descorchado una botella de Bollinger. Deseo que brindemos, a solas, ella y yo. Hoy hemos dado un gran paso; ha conocido algo que muy pocas personas saben. Hemos hecho el amor y vamos de fiesta, aunque para mi no es una novedad: año tras año, asisto a ellas. pero este año es distinto: : voy acompañado de una hermosa mujer, y que además es mia. Alzo mi copa al tiempo que ella hace lo mismo y bebemos un sorbo: Le indico que es una fiesta en la que hemos de ocultar nuestro rostro bajo unos antifaces, que todos llevarán.
La noto contenta, y por fin, hay rubor en sus mejillas. No sé si por la emoción de ser presentada " oficialmente " como mi novia, o porque las bolas están haciendo efecto en ella. No me doy por enterado para no crearle violencia. En el fondo me divierte este juego perverso, y lo disfruto, porque sé que no va a resistir toda la noche con ellas dentro, y me pedirá un alivio, algo a lo que responderé encantado ¡ ya lo creo !.
Con nuestros antifaces ya puestos, avanzamos por el paseo central de la casa de mis padres. Todo son luces que engalanan no sólo la entrada, sino el jardín, puesto que es allí donde se celebra. Hay mucha gente, parece ser que este año el programa es más divertido, o puede que la diversión y curiosidad se centre en nosotros. La voz de que el hijo mediano de los Grey, va acompañado de una mujer, ha corrido como reguero de pólvora. Creo que todos piensan que mi inclinación sexual no va pareja a las mujeres, sino todo lo contrario. Me importa un pito lo que piensen y me rio al pensar ¡ si vosotros esupíérais!. Mis padres a la entrada reciben a todos los invitados, y se quedan sin habla al vernos, sobretodo a Anastasia, que está impresionantemente bonita. Mi padre no puede ocultar su cara de satisfacción; es como si le quitaran un gran peso de encima. Se acerca a Ana y deposita un par de besos en sus mejillas, algo inusual en él. Mi madre la abraza con cariño, y yo siento un profundo orgullo de habérsela presentado. ¡ Por primera vez, Grey ! repite mi yo interior. Al segundo aparece mi hermana, tan exagerada como siempre, y también abraza a mi pareja. Los tres han dado el visto bueno. Falta Elliot, que está de vacaciones con Kate. Quién iba a decir que de aquella extraña noche de Portland acabaríamos los dos emparejados, aunque francamente, Kate no termina de caerme bien.
Nos adentramos por el jardín hasta llegar a nuestra mesa que está presidida por mis padres, y a ella nos sentamos junto a mi hermana y abuelos, que encantados están entablando conversación amable y distendida con Anastasia. En un aparte, y que sólo puede escuchar ella, la digo
- También te has ganado a mis abuelos. Nos has embrujado a todos. Ahora no tendrás dudas.- Ella sonrie y me mira con una mirada algo suplicante. Se lo que la ocurre, pero deseo que el juego continúe.; quizás esté siendo algo perverso, pero después me lo agradecerá. Y comienza el desfile de camareros y la sucesión de platos deliciosos que componen el menú de esta noche, rutinaria de siempre, pero especial, muy especial para mí.
Termina la cena. Ana revisa el programa de actos y l.as donaciones efectuadas. Abre mucho los ojos cuando lee mi donación y la de Elena. Decide cerrar el programa y lo deja sobre la mesa. Se mueve inquieta en su silla, y no se si es por la incomodidad de lo que lleva o el hecho de conocer que tengo una propiedad en Aspen y que Elena ha donado un tratamiento completo de belleza en la central de Esclava. Trato de tranquilizarla y paseo suavemente mi dedo pulgar por su espalda desnuda. Me deleito en el juego, pero ella, quizás animada por la variedad de vinos servidos, ha perdido parte de su timidez, y por debajo de la mesa, tras ahuecar el mantel en su falda, inicia un recital de caricias por mi muslo. No me altero, exteriormente claro, soy muy hábil en disimular mis emociones. La dejo que continúe, a pesar de que se vuelve más atrevida y llega hasta conseguir lo que buscaba. Mi entrepierna se resiente, y ella sonríe levemente, pero ha de atender una pregunta de mi abuelo, y eso hace que interrumpa su caricia erótica.
Se suceden las subastas y ella apuesta por mi donación, es decir dona el importe íntegro de la venta de su coche, algo que me enfurece momentáneamente, porque lo interpreto como un desafío, aunque sé que no ha sido tal, sino un donativo para la obra benéfica que fundaron mis padres para niños con problemas como los que yo tuve.La debo un fin de semana en mi casa de Aspen. A su término me dice que tiene una necesidad imperiosa de deshacerse del artilugio que la he colocado. Nos levantamos ambos pensando en lo que se aproxima, pero mi hermana se ofrece a acompañarla y yo no tengo más remedio que ceder. A continuación las subastas por las chicas más bonitas. Aunque no están hechas con esa intención, A Anastasia le incomoda tenerse que exhibir, siquiera por un momento ante tanta gente que no le quitarán la vista de encima.
Está nerviosa, lo sé. Su timidez la supera, y yo estoy disfrutando porque sé cual va a ser el resultado. Por nada del mundo permitiría que bailase con alguien que no fuera yo. Bueno, hay otra persona que me lo ha solicitado, y he accedido porque quiero que se conozcan; es muy importante para mi. Se trata de Flynn. Creo que voy avanzando en su terapia, y estoy dispuesto a llevarla a cabo, aunque en realidad no ha sido su tratamiento el que me ha hecho ver las cosas de otro modo, sino Ana: ella ha sido el artífice del cambio.
Y comienza el juego. Hay máxima expectación, porque nadie sabe quienes están tras el antifaz; sólo nosotros lo sabemos. A Anastasia cada vez el rostro se le torna más preocupado. Mia le ha contado mis historias de peleas en mi adolescencia; creo que tiene miedo que si no gano la subasta , la emprenda a golpes con el contrincante. No te preocupes, alma mía. Eso no sucederá, nunca. No te perderé por nada ni por nadie.
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Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras de Grey
Edición: Año 2017
Ilustraciones: Cincuenta sombras más oscuras
Video: Youtube - Annie Lenox / I put a spell on you
De nuevo su ropa está en el vestidor, pero ésta vez la he trasladado al mío. Deseo que comparta mi espacio . Posiblemente a ella no le guste y proteste. Me ha preguntado por la cuestión Leila, y se lo he explicado todo, así que ya sabe de qué va, y el porqué de mi preocupación. Lamento su situación, porque además está sola; lejos de sus padres y con un marido que no le interesa la situación de su mujer, claro que mirándolo bien..., ella le abandonó por irse con otro. Aún así necesita ayuda y apoyo; yo se lo daré. Creo que tengo la obligación, aunque desde un principio supiera a lo que se enfrentaba a la relación que yo deseaba. He hablado con Flynn y tiene una plaza reservada en un centro donde la recuperarán, y cuando esto ocurra, la pagaré clases de Bellas Artes, que es su pasión. Se que no estoy obligado a ello, pero voy a hacerlo, al menos hasta que esté totalmente recuperada y encauce su vida.
Mi preocupación primera es Anastasia, no quiero que salga de mi apartamento: aquí la tengo segura. Pero ella se empeña en ir a trabajar ¿por qué ? Yo correría con todos sus gastos, y eso justamente es lo que ella no quiere: No tendré más remedio que ceder, una vez más, aunque mirándolo con lógica, tiene razón, aunque yo no lo desee. Mandaré a Sawyer a acompañarla; quiero que sea su sombra que no se mueva de su lado para protegerla. Leila está siendo imprevisible.
A pesar de que deseo que viva conmigo, no conoce el apartamento, creo que debo mostrárselo. Y así lo hago. . Las habitaciones de la parte de arriba, ya las conoce, así que la mostraré la parte de abajo. La conduzco hasta la sala de vigilancia y queda asombrada de lo sofisticada que es. En la sala de juegos sonríe cuando ve la Xbox. Seguro que recuerda la pregunta que me hizo frente al cuarto rojo; yo también sonrío al recordarlo. Su inocencia aún sigue asombrándome.. Dejo para la última, una habitación que la sorprenderá, porque no se lo imagina: la biblioteca. Poseo una magnífica y extensa biblioteca, con primeras ediciones, inclusive, que a lo largo de los años, y desde mi adolescencia, fui creando. Me gusta la lectura y no concibo a nadie que no le guste. Anastasia es una incansable lectora, además de su profesión que la eligió por amor a los libros. Cuando abro la puerta, se queda muda, con los ojos muy abiertos, sin poderse creer los tesoros que guardo entre sus paredes. Su mayor deleite: la lectura. Se extasía acariciando los lomos de los libros con su dedo índice, repasa lentamente los títulos de cada obra. Le extraña que me gusten los clásicos, aunque en realidad tengo volúmenes para todos los gustos, porque permito que mis empleados en sus ratos de ocio, puedan deleitarse con alguno. El que más la utiliza es Taylor, el más cuidadoso y de mi plena confianza. Se gira mirándome y sonríe, como dándome su aprobación.
Avanza unos pasos y se para delante de la mesa de billar; algunas veces, cuando Elliot viene a visitarme, echamos alguna partida. Soy un excelente jugador, y casi siempre le gano. Anastasia, de nuevo sonríe: parece que le gusta el billar.
- Si quieres, algún día podemos jugar alguna partida - La digo pensando que me diría que no, pero siempre me sorprende
- ¡ Claro ! Me encanta el billar - ¿ Sabes jugar ? - No muy bien-. Me lo dice de una forma y con una sonrisa, que me hace suponer que no me dice la verdad. Lo averiguaré en cualquier momento, pero ella se me adelanta
- ¿ Sabes jugar o es de adorno como complemento de la biblioteca ? - He jugado un par de veces. ¿Quieres que echemos una partida ? - De acuerdo, pero hemos de apostar algo ¿ le parece señor Grey? - Encantado ¿ qué quieres apostar? - El cuarto de juegos. Si gano me llevas de nuevo - ¿Y si yo ganase? - le digo riendo -Escoges tu- me dice muy segura
Y comenzamos la partida de billar más juguetona y sensual de todos los tiempos. Ella sabe muy bien el terreno que pisa, cómo hacer que pierda la cabeza, y juega sus armas. Deseaba ganar a toda costa, pero lo que no sabe es que a mi me ocurre lo mismo: yo también esgrimiré mis armas secretas. A estas alturas, conozco muy bien a Anastasia, y se lo que quiere y desea en todo momento: La conozco mejor que ella misma se conoce.
Y comienza su juego de seducción. Se coloca en posición mostrándome sin ningún recato su trasero ajustado por unos vaqueros sugerentes. Gana esa primera tirada, y se contonea hasta la siguiente posición. Yo la dejo hacer y no me doy por enterado, aunque es todo lo contrario. Y decido seguir su misma táctica: ella se estira sobre la mesa para mostrarme su silueta. Muy bien señorita Steele. Me quito el jersey que llevo puesto, y me quedo con una camiseta, que la verdad,, me queda algo pequeña y marca bastante mis brazos y abdominales, pero me gusta especialmente y por eso no la he desechado. Hago lo mismo que hace ella: me estiro y muestro mi trasero. Noto que carraspea ligeramente; no ha sido inmune a mi táctica. Y en la siguiente partida hago que fallo. Ella me dice que si pretendo fallar a propósito, se lo niego, porque sé que ganaré; sólo de momento, es tiempo para que ella se confíe.
Fallamos alternativamente cada uno de nosotros, yo a propósito, y proseguimos nuestro juego. Se inclina más sobre la mesa mostrándome el arranque de su escote y posicionándose delante mío, sin rozarme, pero es suficiente para que mi excitación aumente. Decido que ya es suficiente de jugar y que hay que pasar a la acción. En la siguiente jugada meto las bolas en la tronera, pero deseo darle ventaja, entonces la digo que a pesar de la revancha, como soy ganador, deseo que se quite los vaqueros y se desabroche la blusa. Si no lo hiciera, se la quitaría yo, algo que me encantaría, pero quiero seguir jugando, hasta conseguir su total excitación Y al final, como había supuesto, se ha puesto nerviosa, fallando y siendo yo el ganador absoluto de la partida.
- He ganado yo, pero voy a darte la revancha, desabróchate la blusa y fuera vaqueros -. Ella duda por un momento, pero no dice nada. Entonces yo sigo con el juego. La atraigo hacia mi y la beso ligeramente desabrochándole la blusa. Es todo un espectáculo-. Prosigue - la digo situándome detrás de ella, rozándola ligeramente. Noto su excitación y eso hace que pierda la partida.
-Bien, he sido el ganador, así que mi castigo será darte unos palmetazos en tu bonito culo y después te follaré duro. Si soy muy brusco dime que pare y lo haré inmediatamente
- Recodaré la palabra de seguridad- me dice ella algo confusa - No, Anastasia, nada de palabras de seguridad. Dime que paré y lo haré . Somos amantes no necesitamos palabra alguna de seguridad -Está bien, de acuerdo.
Termino de desvestirla y la apoyo sobre la mesa sujetándola con mi brazo y abriéndole las piernas. Le daré palmetazos sin contarlos hasta que ella resista o hasta que yo decida terminar. Comienzo, y ella no protesta, aguanta, y aguanta; no sé cuántos la he dado, pero llegamos a un punto en que me pide que pare. Inmediatamente tiró la regla al suelo
Verla en ropa interior es un espectáculo excitante. la inclino hacia delante sujetando su espalda con mi brazo. Acaricio sus nalgas y, a continuación la penetro y ella me pide sea más rápido y entonces soy brusco y fuerte y duro, pero ella no se queja , al contrario gime y suspira y yo invoco su nombre de puro placer, y juntos llegamos al éxtasis más absoluto. Tengo que tumbarme sobre ella, ya que mis piernas no me sostienen. Me abrazo a su cuerpo y juntos nos deslizamos hasta el suelo y allí vuelvo a estrecharla junto a mi pecho, y beso su rostro y pronuncio su nombre con veneración. Ella nunca me falla, y agradezco que una vez más me haya complacido, aunque ésta vez pienso que también ella lo deseaba. Me dice que le gusta brutal e intenso, quizá por ser conmigo con quién lo practica; no ha conocido a nadie más que a mi. Yo beso su frente y le pregunto como se siente. Me dice que la duele un poco el trasero, pero nada que no pueda soportar. Y a mi memoria acude el castigo con el cinturón, y me estremezco al recordar las consecuencias que tuvo. Seguimos abrazados y en el suelo de la biblioteca. Aprovecha ese momento tan íntimo para decirme que Sawyer me acompañe sólo hasta la puerta de SIP, no quiere que entre en las oficinas.
Sabes que no puedo negarte nada - la respondo.- Pero en cuanto pises la calle, será tu sombra, le digo y ella acepta benevolente. Nos levantamos y vamos hacia la ducha y allí es Anastasia la que desea más de lo mismo, y yo sigo sin poderla decir que no.
Autoría : Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras más oscuras
Edición: Año 2017
Ilustraciones: Cincuenta sombras más oscuras
Video: Youtube -No running for me / Cincuenta sombras más oscuras
¿ Esto que siento es ser feliz ? Creo que si, Seguramente. Rotundamente aseguro que soy feliz. Anastasia ha aceptado la compra de nuestro futuro hogar, y ella ha conseguido realizar el primero de sus sueños, ser editora. En lo único que he intervenido en ese acontecimiento, fue en despedir a ese canalla que quiso abusar de ella. Teniendo la fuerza y el poder en mi mano, no podía consentirlo; nadie pone las manos encima de lo que es mío. Mi chica está a salvo; la protegeré siempre, aunque ella no lo quiera. Lo haré sutilmente para no molestarla y abrumarla, pero lo haré siempre, si lo creo necesario.
Deseo agasajarla y voy a llevarla a un restaurante de los mejores de Seattle. Es exclusivo. Sólo pueden acceder a él, los socios, y yo soy uno de los más relevantes. Siempre tengo mi mesa reservada. La verdad es que hasta la fecha, he hecho poco uso de ella; alguna vez que otra he venido con Elena, pero con ninguna otra. Me cuidaré mucho de comentarlo con Ana, pues estoy seguro que, de saberlo, querría marcharse. Es algo absurdo, con Elena siempre ha sido en plan de amigos y socios, nada más. Por todos los diablos ¿cómo meter en esa cabecita tozuda, que ella no representa nada para mi? Y comparándolo con los sentimientos que albergo por Anastasia, creo que nunca tuve otra conexión parecida. Sólo amistad. Ella me propuso dar un paso más adelante al divorciarse de Linc, pero yo no deseaba más, por tanto mi negativa fue rotunda. Ojalá algún día Ana, se de cuenta de todo esto.
Estamos sentados en la barra del bar tomándonos una copa de vino. La contemplo, y veo que una nueva luz se asoma a su bonita cara. Esa luz que está reflejada en las fotos de José y que yo quería conseguir. Bien pues ya lo he conseguido, y ha sido¡ tan fácil !. . Con sólo mirarla, noto mi excitación. Me tiene subyugado, es increíble. Permanentemente la deseo, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, pero ahora no se puede. Quizá cuando estemos cenando se me ocurra alguna picardía. Quiero que esta noche siga siendo especial hasta el final. De repente se me ocurre algo. ¡ Si ! Ni por lo más remoto se lo espera. ¡ Ay pequeña!, aún no sabes lo que soy capaz de hacerte.
- Ve al baño y quítate tu ropita interior - la digo y casi consigo que se atragante con un sorbo de vino-. Anda, ve. Hazme caso
Regresa a su asiento, sonriente, porque piensa que vamos a rememorar la cena de la lectura del contrato. ¡Qué ingenua es, Dios mío !. Todavía no se ha dado cuenta, que, para ella los juegos son especiales y diferentes siempre. Y éste será de lo más excitante; ya tendrá ocasión de comprobarlo dentro de un par de horas aproximadamente.
- Nuestra mesa, está preparada. Coge tu copa y vayamos a sentarnos
La noto algo sofocada. Quizás expectante a lo que desea y espera recibir. Pero esta vez se equivoca. No sabe lo perturbador que puedo ser a veces. He vuelto a pedir ostras y pescado ¿ por qué ?, pues la verdad es que no lo se. Dicen que las ostras son afrodisiacas, pero yo no necesito estimulantes junto a ella, no señor. Y comienzo mi juego favorito; la seducción. Deposito una de mis manos sobre mi muslo, la paseo por mi pierna junto a la de ella, que instintivamente las separa hasta rozarse con la mía. Su roce me hace vibrar. Calma Grey, aún no es la hora. Y sigo con el juego varias veces más; ella se impacienta, porque tarda en llegar lo que desea. Yo miro y sonrío, y ella se enfurruña. Mi niña caprichosa y anhelante. Has de esperar, querida, has de esperar.
Veo en su cara algo de frustración, al terminar nuestra cena. Yo sin embargo estoy a cien. Mi propio juego me ha llevado al grado máximo de excitación, pero se controlarla hasta que llegue el momento adecuado, que no tardará. Con mohines y palabras me reprocha el haberle hecho esas insinuaciones y que al final no hubiese ocurrido nada. " Ten paciencia, todo llegará ", es lo que la digo, pero creo que no está convencida de ello. Piensa que será en la cama, en nuestra cama, cuando tendrá la compensación, y resignada me sigue mientras me murmura bajito unas palabras que sólo ella y yo oímos
- ¿ Para esto me has hecho quitar las bragas?
Yo me río ante su salida. Realmente esperaba más y se ha ¿ enfadado ?, yo diría que no, pero si desilusionado. Después de firmar la factura, que pasarán a mi cuenta, la tomo de la mano y nos dirigimos al ascensor. "Nos vamos a casa" la he dicho, y ella ha esbozado una ligera sonrisa, como diciendo ¡ ya era hora !.
Estamos en uno de los edificios más altos de Seattle, en el piso setenta. Las vistas son impresionantes, y aunque se lo he hecho notar, ella estaba pendiente de "otra cosa", y las ha admirado, pero sin demasiado entusiasmo. La tengo nerviosa y muy excitada. Lo he conseguido, así la quería tener. Veremos qué pasa ahora.
Me mira extrañada porque no puedo evitar una sonrisa algo pícara, y piensa que me estoy riendo de ella, algo que ante su expectación fallida, no le hace gracia. El ascensor se detiene y entramos junto a dos parejas de socios, conocidas, con las que he coincidido en alguna ocasión viniendo yo solo; algo que noto ha extrañado verme con una chica de una belleza espectacular.
La tomo del brazo y la conduzco hasta el fondo del ascensor. Lo tengo todo calculado. Me agacho y finjo que me ato un zapato. Uno de los socios amigos, gira su cabeza y ve lo que estoy haciendo, y vuelve a su posición nuevamente. Coloco a Anastasia delante, pegada a mi, que también se extraña puesto que los cordones están bien atados y en su sitio. Y comienza el juego.
Doy un último vistazo y comienzo a recorrer su tobillo. Subo por la pantorrilla , y cuando llego a la rodilla, ella pega un respingo. No se esperaba esa invasión, y además en el ascensor. Observo que mira inquieta a la pareja que está delante de nosotros que charla animadamente. Hemos llegado al piso sesenta y nueve. Entran más socios que se van acomodando delante de nosotros, sin prestar atención a nadie. parece ser que son hombres de negocios, en cena de trabajo. mejor, cuanta más gente entre, más libertad de movimientos para nosotros.
Acaricio suavemente su rodilla. La muevo en círculos, y ella entre abre ligeramente los labios. ¡ Bien !, Y sigo mi ascenso lento y sensual. El siguiente movimiento está en el arranque del muslo; lo recorro suavemente, sin apenas rozarlo dando vueltas a su alrededor. Por la parte de delante y por detrás llegando hasta sus nalgas que pellizco ligeramente. Llegado a este punto, bajo nuevamente la mano hasta la rodilla; Ana exhala un ligero suspiro y entorna los ojos. Una nueva parada y más personas entrando. Se está poniendo interesante.
En cuanto se pone en marcha de nuevo, vuelvo a mis caricias en el muslo, pero esta vez subo un poco más y rozo su sexo. Tiro suavemente de su vello púbico y rozo su parte más sensible imperceptiblemente. La tengo totalmente a mi merced. La susurro al oído que no diga nada, que se muerda los labios si es necesario, pero que no diga ni pío.
Ella tiembla un poco a mi contacto con su clítoris, pero me hace caso. No puede evitar echar su cabeza hacia atrás y posarla sobre mi hombro. La beso suavemente y sonrío. Paso a paso vamos descendiendo en el ascensor, pero yo sigo ascendiendo por su cuerpo. Esta vez llego hasta su vientre que acaricio suavemente y voy bajando con lentitud hasta llegar de nuevo a su vagina. Allí la penetro con mis dedos, y siento sus temblores y su excitación, pero ella también percibe la mía. Es imposible tener este juego y ser inmune.
Y llegamos al último piso. El ascensor está ocupado por bastantes personas. ¡ Menos mal !, de lo contrario hubiera sido difícil jugar a lo nuestro. Lentamente, retiro mi mano de su cuerpo, la miro, la sonrío, y deposito un suave beso en su mejilla. Uno de los socios me ve hacerlo y sonríe, sin duda extrañado al ser la primera vez que voy con una mujer y además la beso. No quiero hacer exhibiciones en público de mi amor por ella. No al menos que se vean; lo ocurrido ahora, ha sido milagrosamente secreto entre ella y yo, como debe ser. Sólo la beso en los labios cuando estamos solos. Es algo muy íntimo que solo reservo para nosotros. Pero la mejilla es diferente, es algo tierno.
Está medio desmayada, pero hemos de salir. La sujeto del brazo, porque siento que está totalmente exhausta. Ha sido intenso, muy intenso, y hasta yo observo la tirantez de mis pantalones, tratando de sujetar mis interioridades a punto de estallar. Ella me pregunta el por qué de todo esto. Yo sonrío y le digo que deseo tomarla en cualquier lugar, a cualquier hora..., en cualquier momento. Quizás otra vez que volvamos te sorprenderé en otro lugar muy excitante. Y en ese momento me sorprende con una salida que me hace reír a carcajadas - Vayamos a él. No tienes ni idea lo que me has hecho - Si querida, si que la tengo - Pues llévame de inmediato a casa y tómame de una forma más normal. Tienes una perversión sexual que me vuelve loca en todos los sentidos. Decididamente, esta ha sido una experiencia que debe encabezar una lista de las más excitantes escenas que hemos vivido. Date prisa y llévame a la cama de inmediato. Rompemos a reír excitados, contentos y amándonos.
Estamos en casa y nos encontramos esperando el ascensor que nos lleve al apartamento. Otro ascensor. Y el deseo ardiente e imperioso corre de nuevo por nuestras venas. Esa sangre caliente que no ha encontrado la liberación que reclama desde hace rato. Entramos en él, y sin poder contenerme, la empujo contra la pared, apretando mi cuerpo contra el de ella. Deseo que me sienta y ella lo hace y me responde. Nuestras bocas se buscan, nuestras manos encuentran nuestros cuerpos, La cojo del pelo y sujeto su cabeza y mi lengua se hace dueña de la suya, de su boca de su cuello. Y ella responde, responde siempre, pero un timbre nos anuncia que ya hemos llegado. Sin apenas sostenernos de pie, la conduzco hasta la mesa de entrada al vestíbulo, la tumbo y le subo el vestido hasta la cintura. Deseo poseerla aquí y ahora. La deseo en todas las superficies disponibles, y el vestíbulo va a ser la primera. La toco, separo sus piernas y me acomodo entre ellas. He de ponerme el preservativo, es algo primordial si no quiero que hayan consecuencias. Y la penetro y ella me recibe, nuestros cuerpos se sacian ante la excitación recibida. Quiero que abra los ojos, que ha cerrado de puro éxtasis, pero quiero verlos. Deseo ver cómo se refleja su placer en ellos. Me obedece a duras penas. Tiene los labios abiertos y gime, gime como nunca lo había hecho, y yo también pronuncio su nombre con excitación inmensa, con éxtasis y ambos nos rendimos al orgasmo más devastador que hayamos sentido desde que estamos juntos.
. Ha sido extenuante y necesitamos descansar. La llevo en brazos hasta el dormitorio y la ayudo a desnudarse. Sus brazos están lánguidos al igual que sus piernas. Pertenezco a esta mujer, soy suyo y de nadie más, y se lo hago saber. Ella tiene los ojos entornados y sonríe; está medio dormida pero antes de rendirse al sueño, me acaricia la cara, me besa y, sonriendo me dice.
- La casa me ha encantado. Gracias-. Beso su frente y la dejo dormir
Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras de Grey
Sin duda la impaciencia por averiguar qué es lo que el psiquiatra le ha contado, me juega una mala pasada. Continúo nervioso, y entablo una pequeña discusión con Ana, porque deseo que sea más concisa, y que me explique de una vez qué es de lo que han hablado, y qué es lo que él le ha contado.
La apremio para que vaya al grano, y ella se siente presionada porque cree que sólo quiero escuchar lo que yo quiero oír. Se calla y después, más templado la digo que prosiga. Me cuenta la charla, y hay cosas que no comprendo, pero no profundizo más por evitar discusiones. Conduce muy rápido y se distrae. No estoy acostumbrado a viajar en un coche que no sea conducido por Taylor o por mi; ella cree que pienso que no tiene la suficiente experiencia como chófer y se enfada. Aparca y me da las llaves para que lo haga yo. Sin duda, ambos estamos alterados; rechazo su oferta, y ella me dice que entonces me calle.
Quiero que volvamos al coche y arranquemos de una vez. Me afea mi forma de decirle las cosas; no quiere que la grite, y además ¡ que me calle !. ¡ Esta chica es imposible !. Suena su móvil y al atender la llamada, me mira de reojo y se distancia unos pasos. La conversación es corta. Se trata de José que quiere ultimar la entrega de las fotografías y si puede quedarse en mi casa . Pongo mala cara; Anastasia me mira, y mueve la cabeza a modo de reproche, pero le notifica que podrá quedarse . Tendré al fotógrafo como huésped. Tras guardar en el bolso el teléfono, se acerca a mi, y ante su proximidad le acaricio el rostro y ella me besa y se abraza a mi. No quiero regañar con ella, nunca. Permanecemos abrazados durante unos instantes, con el riesgo de que venga un policía y nos ponga una multa por haber aparcado pisando la parada de un autobús.
Por fin retomamos el camino, y conduce Anastasia, ante mis protestas porque no sabe a dónde vamos. Ella con ironía me dice que desde que nos conocemos, siempre la he orientado y, bastante bien..., "perfectamente ", asegura. La Ana lenguaraz, ha vuelto y ha sido para quedarse. Ignora lo que la tengo preparado; es una sorpresa que me llena de ilusión y a la vez de incertidumbre ante su reacción. Nunca sé por dónde va a salir; lo mismo acepta encantada, que se niega a ello rotundamente. Se extraña que entremos en una urbanización de lujo, con unas casas maravillosas, en cuyos jardines, los niños juegan y ríen felizmente. Yo la miro de soslayo, observando sus reacciones. Ella está sonriendo. ¡Buena señal ! Después de un largo trecho, la digo que pare frente a una verja blanca que sirve de protección a una fabulosa casa de estilo Mediterráneo. No tiene idea de lo que hacemos allí. Me pregunta si es que vamos a visitar a alguien, y respondo afirmativamente. Y no la engaño: vamos a ver a una agente inmobiliaria que nos muestre la casa, porque si a ella le gusta, querría que fuera nuestro futuro hogar. Yo ya la he visitado, y me gustó muchísimo, es preciosa, pero es Ana quién debe dar su visto bueno.
La recorremos estancia por estancia, con la agente detrás nuestro. En la planta baja están la cocina, el comedor, otro más funcional, la biblioteca, un salón más intimo para ver la televisión, y otro para las visitas. Un salón para juegos, igual al de Escala, y en el sótano un gimnasio con sauna y piscina climatizada. Anastasia no dice ni palabra. La tomo de la mano y subimos a la planta de arriba por unas suntuosas escaleras. Allí visitamos Los dormitorios. Estoy nervioso e impaciente por mostrarle el principal, el que será para nosotros. Ana se queda fija mirando las vistas maravillosas del Sound; es un atardecer precioso, reflejándose los últimos rayos del sol en el agua. Ella se suelta de mi mano y camina unos pasos hasta el ventanal. Apoya una mano en el cristal y se vuelve hacia mi. Ignoro si intuye mis intenciones, pero creo que no. Se gira mirándome muy seria y sin entender lo que ocurre
- ¿ A qué hemos venido Christian ? ¿ A ver la puesta de sol ? Lo entiendo porque es un espectáculo maravilloso. Pero... no entiendo nada. ¿ Qué hace esa mujer ahí ? ¿ Nos está vigilando ?
Yo tengo un nudo en la garganta, Estoy emocionado, y no suelo hacerlo normalmente, pero se trata de formar un hogar, de nuestra propia familia: ella y yo, y tengo miedo del rechazo. Por fin me decido a explicarle toda la situación
- ¿ Te gustan las vistas ? - Y a quién no. Es una maravilla. Si, me encantan - ¿ Te gustaría verlas a diario para el resto de tu vida.? ¿ Te gustaría despertar por la mañana y contemplar una maravillosa salida del astro, y contemplar los barcos que salen del puerto, y por la noche recorrer las luces del litoral? Dime ¿ te gustaría ? - ¿ Qué es lo que me estás diciendo exactamente ? -Si te gusta... la compraré y aquí fundaremos nuestro hogar y formaremos nuestra familia. Mira en el dormitorio de al lado estará el cuarto del niño - ¿ Del niño ? - me pregunta extrañada. No sé si es que le ha extrañado que lo mencione o que esté pensando en no tener familia, o instalar un cuarto de juegos, o qué. Hay veces que se me escapa
Por fin sonriíe, con esa risa luminosa que enciende mis venas y que refleja una luz extraordinaria en sus pupilas.
- ¿ Viviríamos aquí ? - me pegunta incrédula - Por supuesto. La reformaremos, o mejor la echaremos abajo y la construiremos a nuestro gusto, y en ella vivirán nuestros hijos ¿ Qué te parece ?
No dice nada, sólo me abraza y nos besamos efusivamente, sin importarnos que tengamos testigo observándonos. La miro y ella me responde:
- Quiero verla más detalladamente, y si, me parece bien, muy bien, diría yo. Pero sólo refórmarla. Es preciosa así. No la quites el carácter fantástico que tiene, Sólo refórmarla.
La tomo de la cintura y la llevo en volandas dando vueltas, hasta donde la agente nos mira sonriente. Volvemos a recorrerla y ella pregunta y es respondida, y yo la observo feliz y contenta, y todas mis indecisiones desaparecen. Corretea como una niña por el prado que tiene y comenta que es un sitio ideal para hacer un picnic, y tomar el sol, y que los niños jueguen, y celebrar las Navidades viendo el esplendor de la Naturaleza en aquella parte de la tierra. Está entusiasmada, pero hay algo que de repente me frena, pero que he sido yo quién lo dijo primero ¿ niños ? ¿ más de uno ?... Me rasco la nuca y al final sonrío y me digo. Si está bien, pero con alguna pausa, de uno en uno. Si, estaría bien.
Está exultante. Le brillan los ojos como hacía tiempo no los veía. Se cuelga de mi brazo y reclina la cabeza sobre mi hombro mientras nos acercamos al coche para regresar a la ciudad. Pero hoy ha sido un día fabuloso y hemos de celebrarlo. Anastasia es editora y está entusiasmada. Hemos puesto los cimientos a nuestra futura familia y somos felices y nos queremos. Decididamente hay que celebrarlo
Autoría: Relato de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras liberadas
Está entusiasmada porque hoy va a conducir por primera vez su coche, ese comprado para ella. Me hace una referencia al Audi de las sumisas. Aunque en un principio yo finjo que me hace gracia, no ha sido del todo cierto. Me duele el modo en que lo dice, con ironía, y hasta con ¿celos? aunque tiene toda la razón. Todas tenían el mismo coche, y con la intención de someterla es que se lo compre, aunque se lo hiciera como regalo de graduación. Que en parte también fue por eso, ya que me importaba su seguridad más que nada, y en el coche que tenía no iba segura. Cuando guardamos silencio, porque no quiero que pierda concentración ante el volante, noto que su rostro se torna preocupado. Me ha dicho esta mañana que no imaginaba lo que pudiera ocurrir en la editorial. Está muy segura ; puede contar con ello. Será difícil evitar los comentarios por la salida tan desairada de Hyde. Quizás alguien que presenciara algo, se irá de a lengua, pero eso, francamente no me importa en absoluto. Está fuera y es lo que cuenta.
Esta tarde tenemos cita con Flynn. Ana se ha empeñado en hablar con él, y me da miedo. Aunque ella conoce la verdad de mi vida por mi mismo, siento temor a lo que el psiquiatra le diga, y entonces decida que no quiere saber nada de mi. Estoy nervioso, y no puedo evitarlo. Me ha dicho que confeccionará una lista con las preguntas que quiere hacerle ¿ por qué demonios no me lo pregunta a mi? ¿Qué más quiere saber ? Sé que ,la tarde va a ser muy larga, pero estoy deseando que llegue y pase. No estaré tranquilo hasta que eso ocurra. ¿ Y si decidiera dejarme ? No, no. Es algo que no quiero ni plantearme. No puede dejarme ahora que me ha mostrado el camino. Mi desorientación sería absoluta . Si así ocurriera ¿ qué camino tomaría ? ¿ El de ahora que me ha mostrado que existe otro mundo y otra forma de vivir ? ¿ O volvería a mi antigua forma de vida? Basta, basta ya, por favor, y esperemos a la tarde.¿ Por qué quiere consultarle, de qué tiene dudas? O quizá lo que le ocurre es que : tiene miedo,¿ pero de qué ? Está empeñada en decir que no cree sea suficiente para mi ¿ Por qué piensa de ese modo No solo es suficiente, sino que a veces me sobrepasa. Somos, cuando estamos juntos, como dos sedientos llegando a un oasis de agua fresca y cristalina. Ella es mi oasis, ¿ cómo he de hacérselo comprender ? ¿ Cómo hacerla saber que mi vida sin ella estaba vacía, aburrida y vana? ¡ Oh Anastasia, tu la has llenado de luz y de esperanza. De esperanza en un futuro contigo, sólo contigo.
Paseo por mi despacho de la oficina, y me detengo ante el sillón que un día no lejano, ocupara Anastasia en nuestra primera entrevista. ¿ Quién iba a decir que aquello cambiaría nuestras vidas ? Sonrío y acaricio el respaldo en donde ella apoyó su espalda. Y me sonrisa se expande al recordar lo horriblemente vestida que se presentó ante mi. Pero no vi ni su ropa barata y fea, ni su coleta despeinada, ni su torpeza en las preguntas y con la grabadora; nada de eso existía, sólo su ingenuidad y sus hermosos ojos que me miraban tímidamente ocultando, a veces su rostro para que no viera que se había ruborizado. Y ahora mírala, atrevida, sensual, ardiente, gozando de mi y yo de ella con unas técnicas recientemente adquiridas, pero que han sido aprendidas de mi, de mi mano, y así quiero que continúe. No puedo, no quiero imaginar, que otra persona ocupara mi lugar. No podría resistirlo. Me ha hechizado, ambos estamos hechizados por algún conjuro. ¿ Serán todas las parejas igual ? No creo, lo nuestro ha sido tan extraño y especial, que es difícil que se repita en otros. Sólo sé que daría mi vida por ella, y que no querría vivir, si ella no está a mi lado..
Interrumpo mis pensamientos, cuando siento una llamada a la Blackberry, es una comunicación de Ana. Siento un sobresalto en un principio ¿ estará bien? . Pero el timbre de su voz, me hace ver que está contenta y feliz. Habla atropelladamente, y he de frenarla porque está tan nerviosa, que no entiendo lo que me dice.
- Ana, Ana, tranquila. Habla despacio que no me estoy enterando ¿ Estás bien, te ocurre algo ? - Christian, estás hablando con la editora de SIP. Así como lo oyes. Es provisional hasta que encuentren a otro, pero soy feliz Christian. Mi sueño se está cumpliendo - Creí que tu sueño era yo- la digo jocoso - ¿ Cómo puedes dudarlo ? Tu eres lo más importante, mi sueño adorado. Christian ni siquiera te atrevas a dudarlo
Se tranquiliza al comprobar que la he gastado una broma, pero en verdad me satisface saber que soy el principio y fin de su adorada vida. Me cuenta todos los detalles, y reímos juntos. De nuevo nerviosa y atropellada me dice que ha de irse, porque tiene una reunión con todos los cabezas pensantes de la editorial.
- Te quiero Ana - Te quiero Christian.
Y sonrio bobalicón cuando cortamos la comunicación. Aunque ya no tengamos edad para ello, somos como dos adolescentes en su primera cita. Sólo que a nosotros nos acaba de llegar la adolescencia, y según me dice Ana, yo aún ni siquiera he llegado. A veces pienso cómo hubiera sido mi vida si no hubieran ocurrido los hechos que me marcaron. Posiblemente no hubiera conocido nunca a Anastasia... Y eso me hace congratularme de todo lo vivido, porque aunque haya sido un camino tortuoso, al final de ese túnel estaba ella para iluminarlo.
- He de mandarle flores ¡ Flores !
Sonrio porque es lo que ella deseaba y lo que yo la dije que no sucedería. ¡ Cómo cambia todo una simple palabra ! Aquí estoy. Deseo casarme con ella y voy a regalarle ¡ flores !. Mi corazón hace tiempo que se lo llevó. Llamo a la floristería y encargo a la dependienta que siempre me atiende amablemente, la mejor y más bonita cesta de rosas blancas y de color rosa pastel. Con un mensajero envio mi tarjeta personal. Quiero que esté escrita por mi puño y letra, privada, totalmente nuestra. No necesito pensar mucho la frase, porque es lo que siento. Y comienzo a escribir:
Felicidades, señorita Steele. ¡ Y lo has hecho todo tú sola ! Sin ayuda de tu muy amigo, compañero y megalómano presidente. Te quiero. Christian.
Ella me ha respondido dándome las gracias una vez finalizada la reunión, y me ha explicado todo lo que han hablado y aprobado los manuscritos que ella revisó. Están contentos con su trabajo. ¡Bien por mi chica ! La noto feliz y yo lo estoy con ella. Al cortar , vuelven las dudas a mi cabeza a medida que se acerca el momento de la consulta. Nunca me he sentido nervioso ante nada, ni siquiera cuando estoy tratando algún gran negocio, pero Anastasia hace que pierda el control de todo, me descoloca, pero yo soy feliz con que así ocurra. Decido que ya es hora de regresar a casa y esperar allí a que llegue Ana.. Tenemos tiempo suficiente hasta la hora de la cita. De esa cita, que nunca pensé compartirla con una mujer. Pero Ana no es una mujer cualquiera , es sencillamente mi Ana.
Por fin, ha llegado la hora, vamos camino de la consulta. Me siento incómodo, nervioso, alterado y aunque sin quererlo, a veces contesto de una forma brusca a Anastasia. No es que yo lo desee, pero los nervios me hacen reaccionar bruscamente ante cualquier insinuación que me haga. Aparco el coche cerca de la entrada al edificio donde Flynn tiene su gabinete. Antes de salir, Ana me retiene por el brazo y me entrega algo. Parece una pequeña caja. Me hace prometer que no lo abriré hasta el día de mi cumpleaños. Me extraña, ¿por qué me lo da ahora ? No lo entiendo; mejor sería me lo entregara el mismo día. Ana, es a veces un enigma. No me gustan los cumpleaños, y no he recibido muchos regalos desde que soy adulto. La verdad es que les pongo en un compromiso, porque me consta que se vuelven locos pensando en qué regalarme. Le doy mi palabra de que no lo abriré y, como es de ella para mi, lo coloco en el bolsillo interior de la chaqueta, justo en el lado izquierdo. Es algo de Ana y parece ser que es importante para ella, por tanto el lado de mi corazón es el adecuado para guardarlo.
Ella me mira dulcemente y me pide que me tranquilice. Que ya lo sabe todo de mi, y que no va a irse, puesto que de pensarlo, ya lo habría hecho. Agrega que sólo quiere llenar algunas dudas sobre ella, más que sobre mi. Me besa suavemente en los labios, y yo me relajo un poco. Puedo con todos lo inconvenientes que la vida me planteé, lo único que es superior a mi, sería el abandono de ella. Lo viví una vez y no quiero volver a vivirlo. Me bajo del coche, le abro la puerta, y tomo su mano, con más fuerza, si cabe, de lo acostumbrado, y juntos entramos en el portal y en el ascensor que nos llevará ante Flynn
El spiquiatra está sonriente y nos saluda afectuoso. Nos hemos hecho amigos. Es el único que ha entendido mi problemática, y el único que ha sabido encauzarla, pero quién lo ha conseguido ha sido Ana.Cuando me propuso la última terapia, que consiste en averiguar dónde quiero estar , llegar y ser., no le presté demasiada atención. Fueron unos días antes de conocer a Ana, y hasta me causó risa lo que me propuso. Yo tenía mi vida muy encauzada; era dueño de mis actos y tenía cuanto quería, pero al conocerla, me di cuenta de lo que me estaba proponiendo, y supe que lo que verdaderamente deseaba era a aquella chica tímida, desgarbada e inocente. Era un reto para mí, porque hasta entonces no había sentido nada igual. De repente nació un sentimiento que sólo recuerdo haber experimentado de pequeño, respecto a mi madre biológica. ¿ La veía igual de frágil que a ella ? No lo se, pero mi deseo de protegerla se abrió paso, poco a poco en mi cerebro y en mi vida.
Hemos charlado durante unos momentos, porque Ana está cohibida . Flynn me hace salir de la habitación. Quieren hablar abiertamente, algo que no comprendo. Ana sabe todo, luego entonces ¿ qué la sigue inquietando ?. Salgo a recepción y charlo durante unos momentos con la secretaria de Flynn. Es simpática y bonita, tiene una conversación amable, pero que yo no presto atención, porque estoy más pendiente de lo que ocurre detrás de la puerta. Consulto el reloj, y compruebo que pasa más de la hora. Ya es suficiente, no aguanto más. Golpeo la puerta y al darme el paso, penetro y observo que ambos están relajados, que Anastasia me sonríe, y que a Flynn se le ve feliz ¿ Feliz ? ¿ Por qué ? Tiempo después me confesó que se había sentido feliz, porque al fin mi caso había llegado a su final, al final feliz que tanto buscábamos. Ojalá me lo hubiera dicho en aquel momento; me hubiera ahorrado una tarde de inseguridad tremenda.
Queda con Anastasia en que volverá otro día, pero ella sola. Parece ser que la consulta será con ella ¡ ¡qué raro ! Ahora, cuando salgamos le peguntaré cómo ha ido todo.
Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras mas oscuras
Editado: Año 2017
Ilustraciones: Cincuenta sombras más oscuras
Video: Youtube -Marcelo /Adagio concierto nº 3 en do menor de Bach
Como estaba previsto, he sido el ganador del baile con Anastasia. Se ha tranquilizado en parte, una vez que ha concluido su exhibición benéfica. Tenemos un rato libre mientras terminan la subasta, y comience el baile. Hemos de aprovechar el paréntesis para aliviar a Anastasia, que cada vez se muestra más incómoda. La tomo de la mano y la conduzco a la tercera planta de la mansión de mis padres, atravesando el salón desprovisto de gente; sólo el servicio de catering preparando unas bebidas. Ella no conoce esa parte, y observa todo con curiosidad. Subimos hasta el último piso y me paro frente a una puerta. Ella me mira interrogante. No sabe dónde la llevo, creo que piensa que es un cuarto de baño. Abro la puerta y ante nosotros está mi dormitorio de cuando vivía con los Grey, y que Grace no ha querido desmontar. Todo permanece igual que cuando yo lo habitaba. No termina de entender el porqué estamos allí.
- Es la primera vez que una mujer cruza esta puerta. Exceptuando, claro, las mujeres de m familia. Es mi dormitorio - Abre mucho los ojos con asombro
-¿ Nunca has traído a ninguna chica ? - No Anastasia. Tú eres la primera.
Ella avanza por la habitación embebiéndose en todos los detalles. Acaricia con sus dedos los libros que tengo en una estantería, y mira curiosa sus títulos. No son los clásicos de aventuras de cualquier adolescente, o alguna novela de amor rosa que suelen leer los jóvenes. Son títulos profundos: clásicos, ensayos, biográficos, tratados de economía... Aparta su mirada, sin duda complacida por mi selección literaria, y la posa sobre los trofeos deportivos ganados durante mis años de instituto y universidad. Sonríe tratando de identificar esa parte de mi vida, que no había imaginado ni conocido. Estoy impaciente; el tiempo pasa y no tenemos mucho. Se lo hago notar. Le ayudo a despojarse de su vestido y yo también de parte de mi ropa. No lo tengo tan complicado como la vestimenta de Ana. Ya no lleva las bolas, me dice tuvo que quitárselas la primera vez de fue al servicio acompañada por Mia, pero la ansiedad, permanece en ella. La recuesto en mis rodillas y ante mi se muestran sus nalgas, que acaricio suavemente, antes de alzar mi mano sobre ellas La azoto varias veces hasta que su excitación comienza a liberarse. Le agrada la sensación que siente al ser azotada, no la rechaza. Hemos de apresurarnos, y sin más dilación la penetro. Confío en que sea suficiente para calmar su insatisfacción, al menos hasta que retornemos a casa. Dice sentirse más aliviada, y yo sonrío complacido. Volvemos a recomponernos, y mientras ella termina de vestirse y peina su cabello, se fija en un pequeño panel que tengo encima del escritorio. Sonríe tratando de imaginarme en esos conciertos de las entradas que hay pinchadas en él, o del billete de avión hasta Pekín; una foto en la Muralla China, en la Ópera de Viena, y ... en una pequeña fotografía en blanco y negro, que causa su extrañeza.
Refleja una mujer joven, de cabello oscuro, sonriente y con una expresión que hace se acerque más para verla mejor. Se extraña. No lo hubiera hecho tanto, si se tratara de otro tipo de foto. Me pregunta quién es. No puedo confesar la verdad, pero tampoco quiero mentirla. He de decir algo, de lo contrario no parará hasta averiguarlo.
- Es alguien sin importancia. La puse ahí hace muchos años, y me olvidé de quitarla - Pero debe ser alguien importante , puesto que aún la conservas - Si te digo la verdad... No sé porqué la guardo. Vayámonos está a punto de empezar el baile.
Desvío la conversación mirando el reloj: se hace tarde. Ante mi anuncio, ella se pone nerviosa, alisa con la mano el traje que se mantiene impecable y rectifica mi corbata pajarita que me había puesto algo torcida.
- Ya estamos bien - exclama complacida
Mientras bajamos nuevamente para reunirnos con todos los demás asistentes, la pregunto cómo se encuentra y parece ser que está aliviada. Y sigue contándome lo mal que lo ha pasado con el "juguetito"; lo subraya y yo suelto una carcajada. Llegamos a tiempo en el último minuto. Aún no hemos entrado en la carpa, cuando el presentador anuncia la actuación de un cantante. Ambos nos miramos y respiramos aliviados. Por poco no llegamos tarde. Nadie, por lo visto, se ha dado cuenta de nuestra ausencia. Mejor, así no tendremos que dar explicaciones. Mi adversario en la subasta, se acerca hasta nosotros sonriendo, y yo hago lo mismo. Ana nos contempla asombrada, sin entender nada en absoluto. No sabe que va a conocer a un admirador anónimo y, junto con ella, autor de mi mejora en la forma de vivir que he tenido hasta ahora.
Flynn es uno de mis mejores amigos. Ha hecho por mi en poco tiempo, más que todos aquellos que me han atendido desde que llegué a la vida de los Grey. Ha sido quién ha visto que Anastasia ha tenido mucho que ver en mi vida, y ha sido el que me ha impulsado a seguir el programa en el que no se busca lo ocurrido, sino la meta a la que deseo llegar. Mi meta es Anastasia, él lo sabe y lo apoya. Desea conocer a la mujer que ha cambiado mi vida, y para ello me solicita bailar con ella, aunque en realidad lo que desea es estudiarla mientras dura la canción que suena en el baile. Yo acepto y ella no dice nada, pero se extraña de la familiaridad con que nos tratamos mutuamente.
-Anastasia, te presento al doctor Flynn- Ella me mira algo cortada, pero su ingenio sin límites hace que ambos riamos ante su ocurrencia
- ¡ Vaya el doctor Flynn ! Ese médico tan caro que te trata
Le ofrece su mano y les miro mientras se dirigen a la pista de baile. No siento celos. De Flynn no.
Le considero mi amigo, y además está locamente enamorado de su esposa Lyan. Por ella abandonó su Inglaterra natal, su posición en la alta sociedad británica, por seguirla. Está felizmente casado y son padres de dos niños. Yo no me imagino casado y siendo padre de familia, pero si, unido a Ana, como amantes. Somos perfectos juntos. Siguen hablando y parece que simpatizan, porque ambos sonríen, y de vez en cuando él estalla en una risotada. Conozco bien las ocurrencias de Ana, e imagino que ese sea el origen de sus risas. Ha terminado la canción, y él haciendo una inclinación de cabeza, la ofrece su brazo y la conduce, nuevamente hasta mi. Nos despedimos con una broma, y quedamos a solas Anastasia y yo.
Mi padre se acerca hasta nosotros y solicita mi permiso para bailar con Ana. Naturalmente se lo doy y le digo que no es necesario ser tan protocolario. . El no. Mientras ellos se dirigen a la pista de baile de nuevo, yo saludo a algunos caballeros que desean cambiar impresiones conmigo acerca de una opa hostil en la empresa SIP. Me muestro sorprendido y aseguro que no sabía nada, achacando que he estado de viaje durante unos días. No se puede divulgar, y mucho menos decirles que soy yo el autor de su adquisición..
Anastasia desea ir al servicio mientras yo doy una vuelta y charlo con algunos de los invitados. Han transcurridos unos minutos, y la veo hablar con Elena, y no precisamente con cara alegre. Por su expresión creo que ha sido ella la que ha dado por concluida la conversación. Pido disculpas a mis interlocutores, y decido ir a su encuentro. Como imaginaba, está bastante molesta. Reclamo su atención, pero pasa de largo a mi lado, y voy tras ella insistiendo
- Ana ¿ qué ocurre ? -. No solo no se detiene, sino que me contesta de forma airada
- Pregúntaselo a ella. Me ha amenazado si vuelvo a dejarte. ¿ Por qué siempre tienes que darle cuentas de nuestra privacidad ? -No le he dado cuentas a nadie -Ella me ha dicho que te llamó el sábado. No quiero, que algo que nos concierne, vayas corriendo a contárselo. No debes hacerlo y no quiero que lo hagas. .-No lo hice. Estuve montando el planeador. No hablé con nadie. No te preocupes, cuando lleguemos a casa hablaré con ella - Ni se te ocurra. Lo tomará como un triunfo, y eso es lo último que deseo. - Vamos te acompaño o prefieres que nos vayamos a casa. Dentro de nada empezarán los fuegos artficiales - ¿ Hay fuegos artificiales? - Si, a las doce en punto ¿ Te gustan ? - Siempre me han gustado. ¿ Podemos quedarnos ? - Si ese es tu deseo, ¡ claro que podemos ! He pasado un día fantástico. Por favor, no lo echemos a perder por ella. No significa más que una amistad. - De acuerdo.
Me lo dice sonriendo. Creo que ha decidido seguir mi recomendación. Es un alivio. No entiendo su enemistad, la de ambas, porque sé que a Elena, tampoco le cae bien ¿ Qué les pasa a estas mujeres ? Muevo la cabeza desechando la idea que se instala en mi cabeza, y la palabra celos, hace acto de presencia en ella. Los fuegos artificiales han sido bonitos, pero como todos los años. Es un ritual que se cumple fielmente siempre. A Anastasia le han gustado; mientras ella eleva su vista hacia el cielo, disimuladamente, yo giro mi cabeza en rededor por si descubro la silueta de Leila escondida. Sawyer, Ryan y Taylor, cada uno en su sitio, cruzan sus miradas con la mía, y Taylor me hace ver que no hay nada nuevo.
Y un año más se ha cumplido el protocolo. Tomo a Anastasia por la cintura y decido que es hora de irse. El cansancio comienza a acusarse en el rostro de Ana y en la forma vacilante de andar. No está acostumbrada a llevar esos tacones altísimos. La sujeto fuertemente para evitar que caiga. Nos despedimos de mis padres y hermana. Todos se muestran muy cariñosos con Ana, y la invitan a que les visite más a menudo. Sawyer me entrega un sobre que alguien le ha dado para que se lo haga llegar a Anastasia. La letra me es conocida, pero destierro ese pensamiento. Es absurdo pensar que es ella ¿para qué ? Entramos en el coche y se lo entrego. Lo abre, tuerce el gesto y lo guarda. Yo no pienso más en ello.
Y por fin llegamos a casa . Ana reclina su cabeza sobre mi hombro, mientras subimos en el ascensor acompañados de Sawyer, la última incorporación al equipo desde mi regreso de Georgia, y será el encargado de la protección de Ana. Perteneció al FBI; es un buen profesional, y me fue recomendado por Taylor. Salimos al recibidor, pero un brazo extendido del guardaespaldas, nos impide el paso.
- Aguarden aquí, por favor. Taylor está subiendo- me dice - ¿ Qué ocurre Sawyer?- inquiero - Señor, alguien ha embadurnado con pintura el coche de la señorita Steele -¿ Que ? Abra la puerta, no puedo permanecer aquí esperando a Taylor - Por favor, señor Grey... - Abra la puerta Sawyer - No Christian, no entres por favor
Me sujeta fuertemente por los brazos con ojos de angustia, de miedo. Es mi responsabilidad; no puedo permanecer impasible por algo de lo que soy responsable. Me deshago de sus brazos, y entro en mi apartamento. Presumo que ha sido Leila, y que posiblemente esté dentro. Quiero entrar y encontrarla, hablar con ella y hacerle entrar en razón. Que comprenda que su conducta no es lógica, absurda y que salí de su vida hace mucho, y que ahora ella está casada y yo prefiero a Ana. Pero después de revisarlo todo a conciencia, ni Taylor, ni Ryan, ni yo, hemos encontrado ni a Leila, ni nada que nos haga pensar que está dentro.
- ¿Por qué no la llamas y hablas con ella o llamas a la policía antes de que cometa algún disparate? -. me dice con razón. Pero no quiero que intervenga la policía. No harían más que complicar las cosas; lo que necesita es ayuda. Ellos comenzarían a escarbar en su pasado y de rechazo en el mío.
- No, no les quiero por aquí. La localizaremos, no te preocupes.
La tomo de la mano y la conduzco hasta el dormitorio. Se la ve muy cansada. Ella comienza a desvestirse y me da la carta que le dieron a Sawyer
- Léela, yo no la quiero. Es de Elena - ¿ De Elena ? - la digo extrañado - ¿ Qué demonios quiere ahora ?
Anastasia se encoje de hombros y la deja sobre la cómoda. He decidido que tengo que hablar seriamente con ella, que nos deje en paz de una vez. Arropo a Anastasia, y tras darle un beso en la frente y acariciar su rostro, salgo de la habitación. Tengo que resolver el problema Leila y la intromisión de Elena. Está visto que la noche se presenta bien, mejor dicho la madrugada, porque pasa de la una.
Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras de Grey
Ilustraciones: Cincuenta sombras más oscuras
Video: Youtube - Frank Sinatra / I´ve got your under my skin