Estoy en la tumbona y paseo la mirada a mi alrededor. Las mujeres tumbadas al sol, tostándose. Yo descanso por un rato después de consultar un tratado en economía. A pesar de ser algo que me apasiona, también me preocupa la situación mundial que se está forjando en una tremenda crisis, en la que sufrirá mucha gente indefensa que está ajena a todo lo que se fragua en las altas esferas. Lo cierro por un momento, y giro mi cabeza hacia un lado. Anastasia duerme tranquila una siesta bajo el sol. Bajo un sol de justicia que la cubre. Me levanto para darle crema que la proteja; su piel no está acostumbrada a este sol tan fuerte y podría sufrir quemaduras. Ella me sonríe somnolienta. Extiendo la crema por su espalda y se da la vuelta para que haga lo mismo por su pecho. Estamos en público, así que seré prudente y sujetaré mis manos. Anoche tuvimos una sobremesa humm... ¡ ay !, que deseo repetir. Una vez terminado, me incorporo y busco con la mirada a los guardaespaldas que nos acompañan a todos lados. No estoy tranquilo desde lo del Charlie Tango...
Ella pregunta mi opinión sobre hacer topless. Rotundamente rechazo esa idea. No me gusta, simplemente. Ya es suficientemente pequeño el biquini que lleva puesto. Argumenta que todas las mujeres lo hacen. Miro a mi alrededor, y efectivamente así es. Ya me había fijado con anterioridad. Me gusta ver un cuerpo desnudo de mujer, pero no, que el de la mía, lo vean otros ojos que no sean los míos. Zanjo la cuestión con rotundidad y ella calla. Nos quedan pocos días de nuestra luna de miel. Echo hacia atrás la cabeza y sin darme cuenta, me veo recordando lo que fue el día más absolutamente feliz de toda mi vida. Por fin, Ana, era ante todos y oficialmente, mi más, mi vida, mi esposa. Fue una ceremonia sencilla, como ella deseaba, pero no exenta de emoción y de amor. Bailamos con todos, brindamos con todos. partimos el pastel, nos besamos, y cumplimos con todos los requisitos obligados en esta clase de actos.Mis abuelos eran felices. Recuerdo el día que llegué a casa de los Trevelyan por primera vez. No me soltaba de la mano de Grace; estaba asustado. Por primera vez veía a unas personas extrañas que decían ser mis abuelos. "¿Qué era ser abuelo ?- pensaba. "Con mami no estaban esas personas; no habían abuelos" Me parecieron agradables, y la abuela supo ganarse mi corazón. Me obsequió con chucherías y me llevó a conocer un potrillo que acababa de nacer. Estaba deslumbrado por todo aquello que veía y que nunca había imaginado. Su casa me pareció un palacio de cuento. Y de nuevo acude a mi memoria la estancia en la que vivíamos: una alfombra verde sucia y vieja, un sofá desvencijado en el que mami dormitaba frecuentemente. Borro esos recuerdos y vuelvo a la playa, a Mónaco, y a la evocación del baile de nuestro enlace. Me sonrío al ver a mi abuelo bailando con Ana; se le veía entusiasmado. Recuerdo la emoción de José en su segundo baile con ella; en ese instante sentí afinidad con él; entendí los sentimientos que albergaba hacia ella, porque eran los mismos que yo sentía. Y de repente dejé de sentir celos. Posiblemente llegaríamos a ser buenos amigos.
Y de nuevo vuelvo a mi niñez. Recuerdo la cara de mi abuela mientras estuve en el hospital, turnándose con mi madre . Ni un solo instante me dejaron solo. Y al abuelo mostrándome sus "tesoros" con orgullo. Elliot había sido más despegado con él, le hacía menos caso. Yo le admiraba y me encantaba que me llevara a su despacho y me enseñara su colección de insectos y sus libros de aventuras maravillosas, que mi mente infantil vivía mientras me los leía. Si, he tenido una suerte inmensa con mi familia, a la que quiero, y nunca agradeceré bastante sus desvelos..
Estaba ansioso por irnos de la fiesta y quedarnos a solas, pero aún faltaba bastante. No quise que se quitara su traje de novia; deseaba hacerlo yo al llegar a nuestro jet que nos llevaría a recorrer Europa: deseaba cumplir con el sueño de mi mujer: Inglaterra.
-¿Nos vamos, por qué ?. Señalo su cuerpo desnudo, y sabe perfectamente a lo que me estoy refiriendo- Trata de excusarse nerviosa, sabe que ha sido una mala idea, y que me ha puesto de mal humor sin motivo alguno.
-Debí quedarme dormida y al girarme...
-Eres una irresponsable. Los guardaespaldas están mirándote. Los hombres que pasean, te miran. Sabias lo que hacías cuando decidiste quitarte parte del biquini. Lo sabías. Sabias que yo no quería y me has desafiado, así que sí, nos vamos. Ahora...
Sin prestarle más atención, veo que nerviosa recoge los libros que he estado consultando y los mete en el bolsón de playa que hemos traído. Se pone una camisola y procede a anudarse la pieza de biquini que descansa sobre la tumbona. No se atreve a mirarme de frente, sino que me lanza alguna mirada a través de las gafas.
- Ya estoy, cuando quieras.
La tomo de la mano, y soy consciente que se la aprieto y posiblemente le haga daño, pero estoy tan furioso que ni siquiera protesta por ello.
-¿Dónde vamos ?- me pregunta.
- Mejor. Así dormirás desnuda en el camarote, que parece ser es lo que te gusta- le digo sin mirarla
-Si tu estás conmigo, si, me gusta... mucho
Trato de ocultar una sonrisa que me produce su salida. Ana siempre hace lo mismo, sabe como exorcizar cualquier atisbo de enfado que pueda sentir. ¡ Claro que la deseo ! Y la tendré, en cuanto lleguemos. Pero primero crearé el clima requerido para la seducción. Dejaré pasar un buen rato. Y luego la llevaré a la cama. Deseo hacerle recordar la playa de Montecarlo.
La moto de agua nos aguarda para llevarnos al Fair Lady. Taylor y los otros guardaespaldas, nos esperan en la lancha motora. Me tiende el salvavidas para Anastasia, que con una indicación de cabeza, le pido. Subo y ayudo a que ella haga lo mismo. Me sonríe. Me tenso cuando apoya su cabeza sobre mi espalda, y sus muslos los pega a los míos. Siempre me impacta ese contacto de nuestra piel. Noto que mi enfado va disminuyendo y que una sonrisa de satisfacción se dibuja en mi rostro. Noto a través de la tela, los besos que deja en mis hombros y en la espalda. ¡ Ay Anastasia ! ¿ qué voy a hacer contigo? Por fin arrancamos a toda velocidad y nos adentramos en el mar rodeando al barco que espera nuestra llegada, mientras la lancha con Taylor, se va quedando atrás. Ella se ríe y yo le acompaño. Doy otra vuelta; estamos disfrutando como dos chiquillos con un juguete nuevo. Y regresamos al barco.
Un camarero nos ayuda y al que le pido un aperitivo. Hace calor y nos sentará bien algún refresco, que dejamos a medias en la playa con motivo de nuestra repentina marcha.
Siéntate - la digo, para que lo haga a mi lado. Le ofrezco el refresco y unos frutos secos que nos han servido como acompañamiento. La miro fijamente, y ella baja su mirada ¿ En que estará pensando ? Nunca soy capaz de descifrar lo que su cabeza piensa. Trata de entablar una conversación, creo que para averiguar si sigo enfadado. Pasea su mirada por el barco y me pregunta
-¿ A quién pertenece este barco ? -. Me sorprende, aunque eso no es nuevo, siempre lo hace.
- No lo sé exactamente. Pienso que a un lord inglés. Pero ahora no les deben ir muy bien las cosas, puesto que lo alquilan.
- Debieron ser muy ricos- agrega
-Posiblemente aún lo sean. Cuando uno tiene mucho dinero, en cuanto no tienes los ingresos normales, o bajan por cualquier motivo, lo primero que piensas es que estás en la ruina, aunque dista mucho de ser verdad
-¿ Tú piensas eso ?
-No, en absoluto. para llegar al punto de ruina, tendrían que pasar muchas, muchas cosas. Volvería a empezar de nuevo
- Así que eres muy rico
- Somos muy ricos, Anastasia, tú también lo eres.
-Creo que nunca me acostumbraré
- Lo harás, créeme, te acostumbrarás. Sentir que puedes alcanzar cualquier cosa que desees, te da seguridad en ti mismo. Pero nunca hay que olvidar el origen de tu riqueza, que no sólo tú has logrado, sino junto con otras personas. Y hay que compensarlas de algún modo. Al menos es lo que procuro hacer con mis empleados
- Eres muy generoso y desprendido, Christian- me dice suavemente
Estamos tomando nuestro aperitivo, y la observo. Hace unos mohines muy graciosos con la boca, pero mi pensamiento está en otra cosa. Me ha desafiado y he de escarmentarla. Ni siquiera ha pensado en que podría salir en alguna revista amarilla si algún paparazi nos hubiera seguido. Ni a su familia ni a la mía, le gustaría verla casi desnuda en la portada de alguna revista, con un titular que dijera " La mujer de Christian Grey, se exhibe en las playas europeas ". Es tan inconsciente que ni siquiera ha pensado eso. Por eso esta noche va a ser inolvidable para ambos, pero desde luego ella no la olvidará.
- Termina tu aperitivo. Nos vamos a la cama- Ella me sonríe; lo está deseando. .Yo también sonrío, pero por distinto motivo: yo pienso en lo que viene de aquí a un rato., y no estoy tan seguro, que de saberlo ella quisiera acompañarme. Y comienzo a darle instrucciones:
- Si vas al baño, no hagas pis.-. Ella vuelve la cabeza rápidamente y me mira sorprendida, pero no comenta nada.
Ya en la habitación comienzo a desnudarme, totalmente, bajo su atenta mirada, mientras ella permanece quieta sin decir nada. Después me dirijo hacia el armario y saco dos esposas metálicas, que tenía guardadas y un antifaz.. Ella abre los ojos desmesuradamente y bastante sorprendida, con algo de temor, diría yo. Abro la mano y le muestro la llave de las mismas. Le ofrezco probarlas antes, para que se quede tranquila, pero ella deniega mi ofrecimiento. Tiene fe ciega en mi, y sabe que nunca le haría nada que pudiera lastimarla, aunque en esta ocasión, tengo mis dudas. Le quito su camisola y el biquini. Acaricio sus mejillas y mirándola le digo muy quedamente al oído.
- Piensa una palabra de seguridad,. No utilizaremos "para", porque no querrás que lo haga. Así que piensa en otra.
Jocosamente me dice "pirulí ". Me rio. Palabra adecuada a lo que vamos a realizar en unos momentos,
-Voy a tener que sellarte el biquini al cuerpo para que no vuelvas a repetir lo de hoy-, la repito.. Le recojo el cabello-. Has sido muy desobediente y voy a darte una lección. La siento sobre mi y aprieto su vientre contra mi erección. Quiero que me sienta y quiero sentirla;. Ya da muestras de excitación; sigo acariciándola y la lanzo sobre la cama
- -Quiero que siempre recuerdes que no debes desafiarme como lo has hecho hoy. Siéntate en la cama- Lo hace obediente.
Tomo uno de sus brazos y lo esposo, y también lo hago con el otro y ahora le digo que se abrace a sus piernas. Cuando lo hace, repito la operación con sus pies, dejándola inmóvil . La pongo el antifaz y suavemente la empujo hacia atrás en la cama, quedando enteramente para mi, sólo para mi. Totalmente expuesta a mis deseos carnales.
Es mía y haré con ella lo que quiera. Ese será mi castigo. Comienzo a besarle los muslos por el interior. Quiero que me sienta. Y voy ascendiendo en círculos por su cuerpo. El ombligo, su vientre... voy dejando pequeños besos y suaves mordiscos en el. Asciendo hasta sus pechos, que masajeo y jugueteo con los pezones que retuerzo haciéndola gemir. Los succiono, los chupo, y ella no puede moverse por muchos intentos que haga. La beso en el cuello y en el lóbulo de la oreja y vuelvo en retroceso nuevamente hasta sus pechos, y repito la misma operación. Ella suplica que pare, pero es mi castigo por su insurrección, y se lo hago saber. En ese momento comprende que no va a ser un encuentro más.
Me deleito contemplándola ante mi., Es preciosa y vuelvo a acariciarla y a besar su boca con brusquedad, haciéndola mía, explorándola, disfrutando de su saliva, y recorriendo con mi lengua toda su cavidad. La penetro, pero sólo a medias, y se que ella está apunto de estallar, pero no la dejaré. Y salgo y entro de ella en varias ocasiones sin dejar que llegue al orgasmo. Lloriquea porque se siente impotente ante la magnitud del deseo que recorre su cuerpo. Y la penetro brutalmente una y otra vez, una y otra vez y ella gime y se le saltan las lágrimas. me suplica que pare, y que siga, no sabe muy bien lo que desea, aunque yo si lo se. Y sigo, sigo poseyéndola a un ritmo infernal y al final alcanza el clímax en un orgasmo devastador que le hace gritar mi nombre con desesperación.
-Me vuelves loco, Ana. Me pones hecho una furia. No lo hagas, no vuelvas a desafiarme-. A pesar de ser un castigo, ha sido el orgasmo más increíble que he sentido nunca. y parece ser que a ella le ha ocurrido lo mismo.
- Ana, mi Ana. Te quiero. Eres preciosa. Ahora duerme nena, creo que lo estas necesitando.
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