Las piernas de Anastasia reposan sobre mi regazo. Me mira fijamente. Observa cada movimiento que hago con mi dedo pulgar sobre las rozaduras de sus tobillos. Suelto la cinta de su sandalia, y acaricio su piel enrojecida. Ella acaricia mi rostro y hace que le devuelva la mirada. Quiere transmitirme que fue un deseo suyo que ocurriera así, aunque lo hiciera como castigo a su desobediencia. Pero no me siento bien.
En el bolsillo de mi pantalón vibra una llamada. Me ahueco para atenderla y en la pantalla veo el nombre de Barney ¿ Barney ? ¡ Qué extraño ! Sabían que no debían interrumpir mi luna de miel. Algo grave ha ocurrido.
- Grey ¿ Qué ocurre Barney ?
El color ha huido de mi cara, a tenor por la expresión de Anastasia, que baja inmediatamente los pies de encima mío, mientras aprieto el botón que vuelve a comunicarnos con Taylor y los franceses.
-Dime ¿ qué ha ocurrido ? ¿ Un incendio? ¿ Hay heridos ? ¿ Cómo es posible ? Estaba asegurado contra toda contingencia. ¿ Te imaginas el desastre que puede ocurrir si hemos perdido al servidor ? No, no quiero ni pensarlo.
Taylor agudiza su oído, y los franceses le miran extrañados. Yo, mientras tanto, doy instrucciones precisas a velocidad de vértigo. Indico al conductor que hemos de estar de regreso al barco lo más rápidamente posible. Asiente y vamos raudos, interrumpiendo de esta forma nuestra idílica luna de miel.
Anastasia me pregunta preocupada lo que está ocurriendo, y ocultando mi propia alarma, le resto importancia y le digo que el equipo de informáticos se están ocupando del asunto.. Es grave, a pesar de que gasté un dineral en asegurar que nada ni nadie podría entrar en la nave del servidor, tan sólo los empleados del mantenimiento. Barney me informa que está todo controlado y que la policía tiene sospechas de que ha sido un atentado, pero que no divulguemos la noticia para no interferir en la investigación.
- Los atentados informáticos están a la orden del día - Me comenta Barney que le dijeron. Naturalmente de esto no informo a Anastasia. No puede solucionar nada y sólo conseguiría alarmarla. Por fin llegamos al Fair Lady, tras un viaje corto, pero que a mi se me ha hecho eterno. Contacto inmediatamente con Ross y Andrea para que ellas me informen de las últimas noticias. El incendio se ha podido sofocar sin más complicaciones, y por fortuna nuestro servidor no ha sufrido a penas daños. Ha merecido la pena invertir en su seguridad. Pero mi alarma no cesa. Primero el Charlie Tango, y ahora esto; no puede ser una casualidad. Algo o alguien va tras de mi ¿ Por qué? ¿venganza, envidia ? Qué se yo lo que puede pensar una mente enfermiza capaz de originar un desastre mundial, porque hoy día todas las finanzas están conectadas entre paises.
He perdido la noción del tiempo. No sé lo que llevo encerrado en el camarote que he dispuesto para mi servicio. He olvidado por completo que Anastasia estará sola y aburrida, dando paseos por la cubierta sin saber muy bien qué hacer. Estamos tan conectados, que a penas estoy pensando en ella, cuando unos suaves golpes resuenan en el recinto. Es ella que me anuncia se va de compras a la ciudad y me pregunta cómo va todo.
- Bien, cariño. Todo va bien. Tengo un equipo excelente y todo está controlado. No han habido daños personales, y los técnicos y Barney están con ello. No te preocupes; ahora están averiguando el porqué de ese suceso para subsanar si hubiera cualquier deficiencia. Me cuido de comentarle que ha sido un atentado, lo mismo que lo de Charlie Tango. No es preciso alarmarla más de lo necesario.
-¿ Deseas que te traiga algo ?- me pregunta, por lo que parece más tranquila
- No cariño. Estoy atendido. Ve a gastar dinero y distráete. Siento que haya surgido este accidente cuando ya estamos a punto de terminar nuestro viaje.
- No te preocupes. Arregla lo que tengas que arreglar; yo estoy bien
- Llévate a Taylor y a los franceses- la digo. Ella me mira extrañada ¿ tanta protección... aquí ? Pero no dice nada.
Vuelvo a lo mío, y conecto nuevamente con Seattle. El fax no deja de funcionar ni un solo minuto. Se corrobora que ha sido un atentado, pero la policía está muy despistada. Doy órdenes a mi equipo de seguridad de que entre en acción, que no interfieran en la labor policial, pero que averigüen lo que sea necesario. Han pasado unos instantes desde que se despidiera, y nuevamente Ana entra en el despacho
- Quería darte otro beso, me dice sonriente ¿ Qué se trae entre manos ? Pero estoy tan preocupado que mi pensamiento lo ocupa el servidor de la Grey..
Decido tomarme un descanso después de dar instrucciones de que conecten conmigo inmediatamente si surge alguna novedad del tipo que sea. Al camarero a mi servicio, le pido un refresco y decido pasear por cubierta. Me trae un delicioso y dulce zumo de limón, y de improviso, hasta mi memoria llega el recuerdo de otro zumo de hace muchos años, en otro lugar y de otra persona. Inmediatamente desecho el pensamiento, cuando escucho el atronador sonido de una moto de agua cerca de nuestro barco, me giro y me apoyo en la borda y veo con estupor que quién conduce la moto .no es otra más que Anastasia. Creo que la sangre se heló en mis venas. Ella agita desde la distancia su mano para saludarme. Se la ve feliz, sonriendo, como si disfrutara de una travesura. Otra más. Sigo con la mirada a ver si está sola, y compruebo que Taylor y uno de los franceses, la siguen en la lancha con gestos de disgusto, y tratan de llamar su atención para que vaya despacio.
Lejos de enfadarme, sonrío. Tiene la virtud de hacerme olvidar las preocupaciones, por grandes que estas sean. Y en la distancia, veo como dos puntos negros pequeños y deduzco que son Ana y la motora que están a punto de llegar a puerto. Saco mi móvil y la mando un correo. Desde aquí no la veo, pero presiento su cara cuando lo saque del bolso. No deseo reñirle, sólo advertirla de que debe tener cuidado. Y ella me contesta que así lo hará. Sonrío imaginándola. La quiero tanto, la necesito tanto, que aún me parece mentira que nos hayamos casado, que seamos uno sólo, cuando a penas hace unos meses ni siquiera conocía la existencia de esta mujer tan importante en mi vida. Dirijo la mirada hacia el horizonte, y analizo lo que ha sido nuestra luna de miel.
La elegí con cuidado, tratando de complacerla en todo aquello que quisiera conocer. Nuestra gloriosa estancia en Londres, y cómo no, el lugar en donde nacieron las Hermanas Bronte, en West Yorkshire, o Stratford upon Avon, cuna de Shakespeare. Pero más vivamente, la emoción que sintió al llegar a Stinsford, visitando el lugar por donde seguramente paseaba Thomas Hardy, su escritor preferido. Sé que ese día la hice inmensamente feliz, y yo disfruté de su ingenuidad y emoción al poder contemplar lugares tan sagrados para ella.
No he vuelto a tener comunicación desde Seattle, por lo que supongo que todo llevará su curso normal. Hace rato que Anastasia debería haber llegado. Me prometió que volvería en la lancha motora, y eso me tranquiliza algo más. Decido ir al camarote y allí se encuentra mi esposa, terminando de envolver una caja, que pienso es un regalo oculto. Por ello me hago el despistado. Ella me muestra una preciosa pulsera de tobillo con colgantitos que ha comprado, y la lleva puesta. Es de plata y trata de ocultar la señal de las esposas que poco a poco van despareciendo. Me gusta, y lo que más, es que ella se muestra contenta.
Me entrega una caja más grande que ha comprado especialmente para mi.
- ¿ Para mi ?- digo entusiasmado, porque en realidad recibo pocos regalos y todos proceden de ella.
Lejos de enfadarme, sonrío. Tiene la virtud de hacerme olvidar las preocupaciones, por grandes que estas sean. Y en la distancia, veo como dos puntos negros pequeños y deduzco que son Ana y la motora que están a punto de llegar a puerto. Saco mi móvil y la mando un correo. Desde aquí no la veo, pero presiento su cara cuando lo saque del bolso. No deseo reñirle, sólo advertirla de que debe tener cuidado. Y ella me contesta que así lo hará. Sonrío imaginándola. La quiero tanto, la necesito tanto, que aún me parece mentira que nos hayamos casado, que seamos uno sólo, cuando a penas hace unos meses ni siquiera conocía la existencia de esta mujer tan importante en mi vida. Dirijo la mirada hacia el horizonte, y analizo lo que ha sido nuestra luna de miel.
La elegí con cuidado, tratando de complacerla en todo aquello que quisiera conocer. Nuestra gloriosa estancia en Londres, y cómo no, el lugar en donde nacieron las Hermanas Bronte, en West Yorkshire, o Stratford upon Avon, cuna de Shakespeare. Pero más vivamente, la emoción que sintió al llegar a Stinsford, visitando el lugar por donde seguramente paseaba Thomas Hardy, su escritor preferido. Sé que ese día la hice inmensamente feliz, y yo disfruté de su ingenuidad y emoción al poder contemplar lugares tan sagrados para ella.
No he vuelto a tener comunicación desde Seattle, por lo que supongo que todo llevará su curso normal. Hace rato que Anastasia debería haber llegado. Me prometió que volvería en la lancha motora, y eso me tranquiliza algo más. Decido ir al camarote y allí se encuentra mi esposa, terminando de envolver una caja, que pienso es un regalo oculto. Por ello me hago el despistado. Ella me muestra una preciosa pulsera de tobillo con colgantitos que ha comprado, y la lleva puesta. Es de plata y trata de ocultar la señal de las esposas que poco a poco van despareciendo. Me gusta, y lo que más, es que ella se muestra contenta.
Me entrega una caja más grande que ha comprado especialmente para mi.
- ¿ Para mi ?- digo entusiasmado, porque en realidad recibo pocos regalos y todos proceden de ella.
-¡ Claro ! ¿ Para quién si no ? Paseaba por las calles comerciales, y de repente me paré en el escaparate, y se me ocurrió.
Igual que un chiquillo, destapo el envoltorio riendo y feliz. Es un embalaje de una máquina de fotos. La conozco, la manejo perfectamente, pero ella nunca ha hecho mención a algo así. Si ha sacado alguna foto ha sido con el móvil ¿ Por qué lo habrá elegido ? e inmediatamente obtengo la respuesta
- Verás Christian. Vi cómo contemplabas los cuadros de aquellas mujeres desnudas en Saint Paul, y escuché tu respuesta... y vi tus fotografías... las de las chicas... Entonces se me ocurrió, que quizá te gustaría hacerme fotografías... a mi ... de mi cuerpo...
No sé qué responder. ¿ Hacer fotografías suyas, de su cuerpo ? ¡Cómo se le ha ocurrido eso ! No se qué responder. No quiero desilusionarla con el regalo, pero al mismo tiempo no quiero hacer fotos de Ana desnuda. No me gusta, además la tengo a ella en persona siempre que quiero ¿ para qué habría de desearla en fotos? Ella sospecha que el regalo no ha sido acertado, al menos con ese fin, y se da cuenta de ello
- Christian, pensé que ... No importa, no te preocupes, mañana lo cambiaré. Lo elegiremos juntos ¿ te parece ?
- Ana. Te he dicho que a todos nos gusta contemplar el cuerpo desnudo de una mujer; yo no soy una excepción, pero sólo por contemplarlo, porque vuestro cuerpo es precioso. Es como si contemplara un cuadro, pero no me gusta verlo con deseo, no lo necesito. te tengo a ti, que eres bella. En cuanto a las chicas, fueron hechas por el motivo que ya te comenté: un seguro para la no divulgación de ese tipo de vida. Durante mucho tiempo fueron juguetes de mis deseos, pero eso terminó, fueron objetos en mis manos,, pero no lo necesito ahora.
- Entiendo que lo rechazas porque hacer fotos de mi cuerpo sería convertirme en lo mismo que ellas ¿No es eso ?, No es así Christian, no me considero tu objeto del deseo, porque en ese caso tu también lo eres mío.
Yo analizo sus palabras entendiendo lo que quiere transmitirme. Veo que prepara la máquina, y sin más comienza a disparar fotos de mi cara, tratando de zafarme de ella, riendo. Y decido que no tiene nada de malo, que serán para nuestro álbum familiar que enseñaremos a nuestros hijos cuando seamos viejitos, como recuerdo de nuestra luna de miel. Y veo en su rostro la misma expresión que en las fotos de José y trato de arrebatarle la máquina y comienzo a disparar sin cesar con distintas posturas: riendo, haciéndola cosquillas, mordiendo su barbilla, tirando de su cabello. Y ella ríe, ríe frenando mis manos y haciendo fuerza para que me levante: estoy sentado encima de ella. Sigo haciéndola cosquillas, y ella sigue riendo histérica, pero de repente me dice que basta que pare, y lo hago inmediatamente.
La cercanía es tanta y es tan bonita, tan exquisita, que el deseo de tenerla se abre paso en mi. Ha sido una tarde de mucha preocupación y allí está ella calmándome, haciéndome olvidar todos los problemas, y siento que mi excitación aumenta y aprieto su cuerpo contra el colchón y mi erección sobre ella y ella responde y se arquea para recibirme. Le quito los pantalones y su ropa interior y yo desabrocho la bragueta que me impide poseerla. La acaricio, la muerdo, la beso, toco sus pechos y acaricio su sexo dispuesto a recibirme y la penetro una y otra vez y ella gime y me recibe una y otra vez. Me acaricia, me besa me avasalla con su ternura y mira mi rostro y lo acaricia. Está sintiendo el éxtasis y entorna los ojos. La ordeno que los abra, que quiero verla y ella lo hace y suspiramos y mi voz se torna bronca porque estoy apretando los dientes de placer, de éxtasis, y también de preocupación. Y ella lo nota, sabe que me ocurre algo, porque la forma de hacerle el amor ha sido con furia, con desesperación, sin preámbulos. Cuando ya el orgasmo nos ha barrido a ambos, me dejo caer a su lado, posando mi mano sobre su pecho que está cubierto por la camiseta. Me hace notar que ni siquiera nos hemos desnudado y eso la intranquiliza.
Me acaricia el cabello, la cara. Y analiza cada centímetro de piel tratando de saber lo que me pasa, por qué ha sido de esta forma tan desesperada. Me dice qué le estoy ocultando, y aprieto su carne suave como deseando sentirla más y ella vuelve a besarme, y yo confieso mi preocupación
-Ha sido un atentado. No sé quién viene a por mi, pero...- Tengo que callarme, sólo pensarlo me dan escalofríos, pero ella se da cuenta inmediatamente de lo que ocurre:
- Si vienen a por ti y yo estoy cerca, pueden lastimarme ¿ es eso ?
Oh Anastasia, ciertamente. Esa es mi mayor preocupación: tú, tu seguridad. Que nadie te haga daño, que nadie te lastime por mi causa. Y ella trata de calmarme y me da las gracias por confiarle mi secreto. Me regaña porque dice que estoy siempre rumiando el peligro y su seguridad. Y hasta me dice que en cualquier momento sufriré un infarto por tragarme todas las preocupaciones. Y creo que quiere hacerme cosquillas, pero detengo su movimiento porque no lo soportaría. Nunca nadie me ha hecho cosquillas. Ella se da cuenta y me besa cambiando de tema.
- ¿ Qué haremos esta noche ? - me pregunta
- Lo que tu quieras. Haremos lo que desees
- Yo deseo estar contigo, en donde quiera que tu estés.
Toma mi cara entre sus manos y me besa suavemente. Yo la estrecho contra mi.
Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James Cincuenta sombras de Grey
Edición: Año 2017
Ilustraciones: Cincuenta sombras
Vido: Youtube / Empty pack of cigarettes / Joseh Angel / Cincuenta sombras más oscuras
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