CHRISTIAN AND THE SHADES

CHRISTIAN AND THE SHADES
Todo lo relacionado con Cincuenta Sombras de Grey. Basado en la trilogía de E.L. James

lunes, 21 de diciembre de 2020

La transformación de Grey - Capítulo 12

Daba vueltas en la cama sin  que el sueño le rindiera.  Por fin lo consiguió, pero no fue reparador. Soñaba,  o ¿eran  pesadillas ?. Se mezclaban imágenes de varias personas que no conseguía identificar. Algunas tenían el rostro borroso, sin embargo,  otras eran nítidas y en ellas destacaban la cara de tres mujeres: Grace, el recuerdo que  tenía  de su madre biológica, y una cara dulce y sonriente de la tímida señorita Steele

- ¿ Qué demonios significa eso? Esto tiene que terminar, y sé la forma de hacerlo. En cuanto Welch me envie el informe, me veré frente a frente a Anastasia, y de una vez por todas zanjaré esta cuestión.


Después de un aseo rápido, y con un humor de perros por la vigilia, el sueño y la chica que dormía arriba, se dirigió a su estudio, trabajaría un rato y se plantearía si Caroline se quedaba o se marchaba a su casa.  Su necesidad había sido saciada la noche anterior, y no estaba de humor para contemplaciones de una extraña rondando por ahí.

Entró en el estudio y en su fax reposaban un par de folios con el encabezamiento ANASTASIA ROSE STEELE.  No esperaba que llegase tan rápido, pero impaciente, se sentó en el sillón y comenzó su lectura. Lo repasó todo minuciosamente varias veces.   ¡Qué criatura tan simple !

- O esto está incompleto, equivocado,  o es una alma de la caridad.  No es posible que a sus   veintipocos  años ¿ cuántos podrá tener ? ,  esta chica no tenga novio.  Porque es bonita.  Que aparezcan sólo dos amigos: un tal José Rodríguez y la molesta señorita Kavanagh ¿ nadie más ? Se
detuvo en sus notas académicas, y comentaba " se trata de una chica lista.  Para nada una rata de biblioteca. Sus medias en las notas son excelentes.  No ha repetido ninguna asignatura, y se gradúa el próximo jueves". .  A continuación leyó la identidad de sus padres y el lugar de su trabajo -  ¿Trabaja en una ferretería ?  ¡ Pero si se va a graduar en literatura !  Esto debe estar incompleto- sacó su teléfono y nuevamente llamó a Welch

- Welch, dígame

-Grey. Acabo de leer el informe que me has remitido.  Tiene que haber un error, o está incompleto  ¿Esto es todo lo que has averiguado de ella?

- Si señor Grey.  No hay más. Está limpia como una patena. Se consagró a la universidad y a su trabajo.  Aunque parezca mentira.  A mi también me extrañó.  Por la foto que adjunto a la documentación, se la ve muy bonita.  Francamente yo tampoco lo entiendo

- Su sexualidad, debe haber algo. Dices que no se la conoce relación alguna

-Exacto ni tiene novio, ni lo ha tenido. No creo sea  lesbiana, por si está pensando en ello.  Simplemente se dedicó a estudiar, así de sencillo

- No obstante, trata de averiguar algo más, por si acaso.

- Está bien, señor Grey.  Lo intentaré, aunque no confío en averiguar más de lo que ya he reflejado en los folios que tiene frente así

- De acuerdo Welch.  No te molesto más.  Es tu día de descanso, y gracias por todo

- De nada señor Grey



Y colgó el teléfono pensativo, a la vez que complacido.  La tímida Anastasia, es una cándida e inocente muchacha, que a pesar de su edad, en el fondo es una  tímida adolescente.

- Bien muchacha.  Veremos si sigues siendo como mi mente te idealiza .

  Escribió una nota a Caroline en la que le decía que si lo deseaba podía irse.  Metió en un sobre un buen puñado de dólares y cogiendo una peonía del jarrón de la entrada a su apartamento, depositó ambas cosas en un lugar en el que la chica pudiera verlas.  No le había resultado desagradable la aventura nocturna, pero tal y como se sentía no le apetecía tener relaciones sexuales, de momento.  Cogió un suéter y se dispuso a acudir al lugar donde trabajaba la chica que le había perturbado inexplicablemente.

Aparcó el coche frente a la entrada de la espaciosa ferretería que recibía un constante ir y venir de gentes con utensilios diversos.  Se detuvo antes de entrar. ¿ Y si hoy no le tocara trabajar ?  Pues sencillamente se sentiría defraudado, pero daría una vuelta y regresaría a su casa, o quizá se fuera a navegar un rato.  Dependería de lo que encontrase en su interior.

- Vamos Grey.  Termina de una vez con esta pantomima

Y entró con paso decidido.  Dio un par de vueltas revisando visualmente los anaqueles y por fin  detrás  de uno de ellos, la enigmática señorita Steele, atendía sonriente a un matrimonio que compraban productos de bricolaje.  Estaba indeciso de si hacer acto de presencia cuando terminase de atenderles, o esconderse y observarla detenidamente.  Y optó por esto último.  Deseaba recrearse en el  bello rostro de la muchacha.  Se la veía relajada y tranquila, y su sonrisa ¡ oh, su gloriosa sonrisa ! iluminaba su cara libre de rubores.  Les miraba de frente, sin bajar la vista, lo que le hizo pensar, que efectivamente, él la intimidaba.  No parecía, en el día de hoy, tan tímida y apocada como cuando estuvo en su despacho.  Claro que tampoco le extrañaba que estuviera violenta, porque la entrada que tuvo fue triunfal.


Terminó de atender al matrimonio, y después de cobrarles y empaquetar lo comprado, se sentó frente a un ordenador que tenía en un lado del pequeño mostrador, extrajo de un cajón un pequeño envoltorio.  Sin duda debía ser su frugal almuerzo, porque enseguida terminó, poniéndose a revisar la pantalla .

Ella,  en un momento dado, por el rabillo del ojo divisó a alguien e  hizo que levantara la vista,  pensando quizá que era un nuevo cliente que reclamaba su atención. Se quedó muy sorprendida al comprobar de quién se trataba: el mismísimo Christian Grey se encontraba en Clayton's, ante ella

- ¿ Que demonios hace aquí ? - pensó al tiempo que ambos se miraban

- ¡ Hola, señorita Steele, qué casualidad !  Ni se me había pasado por la cabeza que pudiera trabajar en una ferretería

-Buenas tardes, señor Grey ¿ qué de malo tiene trabajar aquí?

- Nada en absoluto. Sólo que pensé que lo haría en una editorial, dados los estudios que ha cursado

- No señor Grey. Comencé a trabajar aquí cuando ingresé en la universidad.  Tenía que pagar mi crédito. Aunque mi familia vive con comodidad, no les venía mal que les ayudase con los gastos. Encontré este trabajo, y no lo dudé.

- Me parece muy bien.  Es una mujer muy decidida.  Me gusta

- Y bien...¿ qué puedo ofrecerle ?- le dijo solícita

- No debería nunca pronunciar esas palabras a un hombre, puede encontrarse con una respuesta incómoda
- ¿ Por qué dice eso ?  Es lo habitual en estos casos: usted ha entrado a comprar algo y yo deseo ayudarle ¿ Dónde está lo malo?- Dijo ruborizándose al observar la mirada oscura de él

- Perdóneme.  Me he expresado mal; se trataba de una broma, nada más. Bien pues si no le importa necesito algunas cosas.  Por ejemplo... una cuerda resistente, que a la vez sea suave, que no arañe, ni lastime

- Si es tan amable, acompáñeme hasta el pasillo y podrá usted mismo elegir lo que desea

- Detrás de usted, señorita Steele



Y así Grey pudo comprobar que su recuerdo de ella, se quedaba corto. Vestía con vaqueros, es cierto, y eso no le agradaba mucho, pero realzaba su silueta.  Tenía un bonito cuerpo, cosa que cuando estuvo en su despacho la horrenda falta y la amplia chaqueta, ocultaron.  Mientras caminaban él examinaba su figura y ella se giraba de vez en cuando con cortesía explicándole algo sobre el producto que iba a comprar.  Ante las miradas de él, el rubor nuevamente asomaba a sus mejillas



- ¿ Qué me pasa otra vez ? - se decía - Este hombre me empequeñece, me hace sentirme insegura. Pero ¡cielo santo! no se puede ser más atractivo ¿atractivo? guapísimo, es guapísimo-. Y cortó sus pensamientos cuando llegaron al expositor de los distintos modelos de cuerdas.

Grey eligió una , y además un par de cosas ante la extrañeza de ella.  No parecía un hombre, que por sus ocupaciones, pudiera hacer bricolaje. 
"Hay gente muy rara por el mundo", pensó.  Una vez elegido todo lo que aparentemente necesitaba, se dirigieron a la caja para su pago.

Un muchachote alto, hizo acto de presencia.  Trataba a Anastasia con bastante familiaridad, por lo que dedujo que se había aclarado el misterio de las relaciones amorosas de la chica " tiene novio, o es su ligue ". De repente cambió su carácter. Le fastidiaba que ese cretino se hubiera mezclado con ellos, aunque fuera por unos pequeños instantes; los suficientes para cambiarle el genio. Extrajo de su bolsillo la tarjeta y se la tendió a Anastasia.  Ella percibía que algo había ocurrido porque ya no se mostraba ni tan cordial, ni tan simpático e irónico como al principio.  Le miraba de soslayo, como si temiera enfrentarse a la mirada gris de aquel extraño hombre que no terminaba de comprender.

-Grey, date prisa y háblale de algo.  Tu tiempo se termina y no has sacado nada en limpio - se repetía mentalmente

-¿ Le gustó a su amiga la entrevista ?- dijo de improviso

-Si, mucho, aunque ciertamente mi participación en ella fue nefasta.  Pero tuvo la amabilidad de mandar un fax con el resto de preguntas que no llegué a formularle.  ¿ Cómo sabía cuáles eran ?

- Muy sencillo: se dejó el formulario encima de la mesa.  Lo vi cuando volví a mi despacho, lo revisé las contesté y envié el fax.  Eso fue todo.

-Pues se lo agradezco mucho, porque la verdad lo mío no es el periodismo.  Aunque quizá fuese usted quién me ponía nerviosa y me intimidaba

- ¿ Y qué es lo que hice yo para intimidarla ?

- Su frialdad, señor Grey. Es usted muy controlador y enigmático. No he conocido nunca a nadie tan seguro de si mismo como usted

-¿ Es un reproche, o un halago?

- No sé.  Creo que ni lo uno ni lo otro. Sólo una percepción mía, señor Grey.  Por cierto, Kate está loca de contenta con el resultado del reportaje. Lo único que tendrá que poner alguna foto de Internet

- ¿ No le gustaría una más original?

- Huy, ¡ ya lo creo ! Pero en Internet no las encuentra. Creo que cualquiera de ellas servirá, aunque son todas demasiado iguales: negocios, negocios, negocios...

- Es lo que yo deseo, señorita Steele. Ya le dije que protejo mi vida privada contra todos y contra todo. Si lo desea puedo posar durante unos momentos . Incluso me las pueden hacer con el teléfono móvil. Hay algunos que tienen muy buena resolución. Aproveche ahora que estoy aquí.

- No creo que sea buena idea. Va a ser una entrevista  sobre finanzas y sus negocios.  Requiere traje y corbata, y aunque usted es elegante por naturaleza, ahora va demasiado informal,  igual resultase original.  Se me ocurre que podría avisar a un amigo que tengo que es fotógrafo.  Seguro que él las haría encantado.  Me quiere mucho y así lo hará si se lo pido.

- ¿ Es su novio ?

-¡ No ! no tengo novio. Es un compañero de la universidad, pero también le encanta la fotografía; y es muy bueno

- Está bien. Le dejo mi tarjeta. Avíseme para ponernos de acuerdo si lo decide
- Gracias señor Grey.  Es usted muy amable.
- Adiós  Anastasia. ¡ Ah ! y me alegro de haber tenido esta charla con usted. Con la del otro día y la de hoy, me ha resultado una mujer fascinante.  Me alegro de que así ocurriera.

Salió dando largas zancadas en dirección al aparcamiento, seguido de cerca por la mirada de ella.
Estaba  sorprendida y al mismo tiempo encantada. Le molestaba tener esa fuerte atracción por  él.  No deseaba verle, pero al mismo tiempo ante la perspectiva de un nuevo encuentro, el corazón le daba saltos de alegría.

Una vez sentado en el coche, dirigió la mirada hacia el interior del establecimiento en donde se encontraba aquella chica tan perturbadora.  Sacó su móvil del bolsillo y estableció contacto con Taylor

- Taylor, dile por favor a la señorita que está en el cuarto de invitados, cuando se levante, que hoy no precisaré más sus servicios, y le das las gracias en mi nombre. A Gail, que no me prepare comida: voy a salir a navegar y pasaré el día en el Grace. Nada más

Se abrochó el cinturón y puso el coche en marcha hacia el muelle en el que el Grace estaba atracado plácidamente.


Autoría: 1996rosafermu.  Relato basado en la trilogía de E-L- James, Cincuenta Sombras de Grey
Fotografías:  Cincuenta sombras de Grey
Edición:  2016
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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