CHRISTIAN AND THE SHADES

CHRISTIAN AND THE SHADES
Todo lo relacionado con Cincuenta Sombras de Grey. Basado en la trilogía de E.L. James

martes, 23 de febrero de 2021

Los Grey / La liberación de Christian - Capítulo 39 - Confidencias a medianoche

 La fiesta familiar ha resultado muy bien. Se notaba en el ambiente el cariño y la preocupación que habíamos sentido en los malos días pasados.  Todo eran halagos y cariños para Ana. Se han ido temprano para que ella descanse, pero mis padres me han explicado todo lo que ellos sabían de la vida de mi madre. Confirmaron que la pareja de las fotos era el matrimonio de la casa de acogida, y que como había supuesto Ana, yo estaba en ella, con una mantita ,como protegiéndome, y también detrás mio, estaba Jack.


Poco han podido añadir a lo ya redactado en el informe.  Ahora tengo la sensación de que fue una víctima y siento en mi interior compasión por ella.  Volveré a leer el informe más concienzudamente.  Deseo repasar  punto por punto toda esa parte de mi vida borrada de mi memoria debido a la corta edad que tenía.  Y pienso en el niño que se está formando en el vientre de Ana.  Le protegeré de todo, pero primero he de aceptarlo.  Está ahí, pero el miedo no me abandona.¿ Cómo voy a explicárselo a ella? ¿ Cómo voy a decirle que todos los terrores que sufrí cuando era niño, se condensaron en esa sola palabra y lo que significaba  "estoy embarazada".  Creo que me preguntará por lo hablado con mis padres, y una cosa llevará a la otra, pero esta es una barrera que no puede existir entre nosotros y estoy dispuesto a derribar de una vez.  Los secretos no me han traído más que malas consecuencias.  El recuerdo de los últimos, aún me ponen la piel de gallina.


Ya estamos solos. Ana está fatigada y deseo que descanse. La atraigo hacia mi suavemente, pero al mismo tiempo deseo  acabar con los secretos, porque éstas serán las últimas barreras en caer, mis últimas sombras.

- ¿ Te encuentras bien? - la pregunto
- Si, estoy bien . ¿ Qué es lo que hablaste con tus padres?
- Curiosa como siempre señora Grey - ella ríe despacio y se vuelve hacia mi

Estamos frente a frente, mirándonos.  Ella con sus transparentes ojos que no esconden maldad. Los míos grises, más plomizos, porque tras ellos hay algo oculto y no se si será el momento de abrir mi alma oscura.

Lo que mis padres me dijeron, ha sido poco, ya que ellos trataron de averiguar mi origen, pero no encontraron a nadie que les aportara detalles. A Welch le ha costado mucho tiempo poder realizar el informe que me ha traído, que no aporta gran cosa a lo que recuerdo.  Pero al menos conozco cómo era mi madre y como empezó su cuesta abajo.  Pero ahora no quiero hablar de eso
-¿ De que quieres hablar?
-De mi propia cuesta abajo.  Deseo contarte cómo empezó todo y que nadie sabe más que otra persona y yo; y después tú, cuanto te lo haya contado
-Esa otra persona es Elena ¿ verdad ?
- Si Ana, es Elena.  La historia no existiría sin ella

"Era un chico peleón, y no se muy bien porqué, pero siempre estaba enredado en peleas, insatisfecho de todo, regañando con todos. a la única que respetaba era a Grace.  A Carick no le respondía cuando me regañaba por algo, pero en mi interior protestaba."
.

Comencé a trabajar en su casa descargando escombros de una obra que habían realizado.  Era alto y bastante fuerte para mis quince años. Era Agosto, y las fuerzas del infierno habían abierto sus puertas y enviado todo el calor a la Tierra. Era espantoso: al sol y cargando escombros.  La conocía ya que el matrimonio era asiduo en casa de mis padres, y sobretodo ella, muy amiga de mi madre. Con la distancia que marca el tiempo, ahora recuerdo que ella, cada vez que me veía no dejaba de mirarme y de sonreírme.

Aquel día la vi en un plano muy distinto.  Estaba sudando y apareció igual que un ángel en medio de esa solanera. Llevaba una especie de camisón de satén y una bata por encima, abierta, que dejaba entrever la forma de su cuerpo, perfecto, esbelto. No podía dejar de mirarla, sobretodo a cierta parte de su cuerpo que permitía imaginar,  por el escote del camisón. Dejó la jarra sobre una mesa de jardín, y me ofreció un vaso de limonada, sonriente y sin dejar de mirarme.
Se insinuaba a mi constantemente, se aproximaba, después se retiraba, y sonreía, siempre sonreía. Comenzó por alabar mi musculatura y lo fuerte que era para acarrear tan pesado trabajo. Ni una sola vez hizo intención de tocarme.  Se agachaba de vez en cuando, apoyándose en la mesa, sin duda para que viera sus bien torneados pechos. Mis hormonas estaban al límite.  Nunca había conocido a una mujer más hermosa y voluptuosa que aquella.

Exactamente no recuerdo qué la dije.  No se si una inconveniencia o fue una excusa de su parte para comenzar lo que vendría después.  Alzó su mano y me dio un bofetón tan fuerte que creo dejo sus dedos marcados en mi cara.  Me quedé sin habla; no esperaba aquello.  Ninguno de los dos hablábamos, pero fue ella la que rompió el silencio acercándose a mi. Me acarició la cara en donde había estampado su mano, suavemente. Después me besó... en la boca.  Un beso largo, juguetón invadiendo mi boca con su lengua.  Nadie me había besado así.



 Las chicas del instituto dejaban que las besara sin apenas rozarles, me dejaban acaricia su escote y después se iban riendo, dejándome hecho polvo.  Pero ella no.  Me dio un beso de adulto, al que yo correspondí no como un chico adolescente, sino como un hombre. La abracé, y ella se dejó. Se pegó a mi cuerpo y sintió perfectamente mi erección.  Luego bruscamente se separó de mi, dio media vuelta y se marchó por donde había venido.
Cuando terminó el trabajo de ese día, pensaba que ya no volvería, después de lo vivido en aquel patio.  Pero salió a la puerta de la cocina, y desde lejos me dijo: " mañana a la misma hora ".  Y volví al día siguiente, y se las arregló para que la asistenta no estuviera. Me llevó a su dormitorio y me desnudó, haciéndolo ella también. Por primera vez podía contemplar el cuerpo desnudo de una mujer, en vivo, y no a través de revistas.  Mis ojos ansiosos,  la recorrían de arriba a  abajo;  ella se tumbó en la cama y me dijo "ven".  Te puedes imaginar lo que ocurrió después. Y allí en aquel momento, me convirtió en un hombre. Ya no me conformaba con los pequeños "placeres" de adolescente, sino que había experimentado algo único: sexo de verdad.


Cada día me enseñaba algo diferente, me ataba las manos, me ponía un collar como a los peros y me castigaba duramente,  bien con un látigo o con una vara.  Las palizas eran muy duras, pero luego me compensaba con el sexo duro que a ella le gustaba y a mi también..  Pero llegó un día en que me hice el dueño de la situación y fue ella quién recibía el castigo y yo quién era el director. Después de los castigos, llegaba el sexo: insaciable, brutal, largo. Usando juguetes que cuanto más dolor producían, más le gustaba.  Pero aquella situación era insostenible, y un día se enteró su marido.  Por poco no nos pilla en plena acción. No supo quien era el que se acostaba con ella;:  hacía un rato que habíamos terminado la sesión y yo me había marchado.

Supe que la dio una paliza de muerte que la mantuvo en el hospital varios días con roturas importantes. No la llamé, no fui a visitarla.  Todo lo supe a través de mi madre. Argumentó que entraron a robar cuando estaba sola, y al no encontrar dinero en casa, la apalearon. Decidí que no podíamos seguir así y cortamos una relación que había durado seis años.

Al terminar el relato, los ojos de Ana, eran aún más grandes de lo que son en realidad. Estaba como encogida.  No se había movido mientras duró la historia, ni siquiera había cambiado de postura.  Yo buscaba en su mirada algo que me indicara que no le hacía daño el relato, que sabía que aquello había terminado, pero aún me quedaba la segunda parte, la más dolorosa para ella, porque acababa de vivirla.

-¿ Estás bien ? ¿ Continúo ?
- Me has dicho que ahí acabaron vuestras relaciones ¿ aún hay más?
-Si, la última parte, el finiquito .No tuvimos  sexo, pero estaba en deuda con ella.  Me había dejado dinero para comenzar mi negocio, y casi la matan por acostarse conmigo. Ese fue el motivo de que fuéramos socios.  El marido se divorció y aunque la concedió una renta alta, la sugerí invertir en algo productivo y de esa forma creamos Esclava.  A ella le gustaba la peluquería y eso fue lo que montamos. La verdad es que yo no lo necesitaba, pero sería un negocio adicional.
-¿ La quisiste?
- En aquella época es lo que creía. No había nada que no hiciera por ella.  Pero después..., cuando te conocí...Era todo ¡ tan distinto! ¿ Qué era lo que sentía en realidad por ti y por ella? Y cuando me abandonaste lo vi muy claro: Elena era el deseo, el sexo duro.  Lo tuyo era algo tierno, deseo de protegerte, de cuidarte, de sentir un dolor profundo por no verte.  Tan profundo era que me impedía respirar.


Cuando rompí con Elena, tardé una semana en olvidarme del tema. Ya había otra mujer en mi vida: una sumisa. Y así siguió todo hasta que te conocí.

 Cuando me dijiste que estabas embarazada, todo mi universo se desplomó de golpe.  Todos los planes hechos se habían truncado. Ya no te ocuparías de mi; le querrías a él, yo sería tu segundo plano, y quería ser el primero siempre. Pensaba en mi niñez y sentí un miedo espantoso.  Tengo terror Ana.

Cuando salí de aquí empecé a andar sin rumbo. La cabeza me estallaba; era como una de mis peores pesadillas. No sé el tiempo que estuve caminando de una calle a otra, hasta que me vi delante de Esclava. No sé qué me impulso llegar hasta allí, te juro que no lo sé, porque ni siquiera sabía por donde iba.

 Estaba cerrando y al verme allí, supongo que con mala cara, me llevó al pub de al lado. Comenzamos a beber y yo le conté parte de nuestro disgusto

-¿Le dijiste que estaba embarazada?
-No, no se lo dije. Sólo que querías tener hijos pronto,  y yo no

Habíamos bebido botella y media de vino. Quizá fuera eso por lo que entendió otra cosa.  El caso es que se levantó de su butaca y se sentó a mi lado.  Me extrañó su actitud, pero no le dije nada. Comenzó a sonreír , tomaba mi mano y la apretaba. Yo interpretaba que era una muestra de cariño, de que entendía la situación.  Pero algo frenó mis pensamientos, cuando sentí su mano sobre mi muslo que subía y que bajaba por él, hasta detenerse en mi bragueta.  Sus intenciones estaban claras: pretendía que tuviéramos sexo. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza ni con ella ni con nadie.  Me retiré inmediatamente. Ella también lo hizo cuando con la cara desencajada le dije que te amaba, que eras mi mujer y que lo nuestro terminó hace tiempo.  Que ni mucho menos pensara que íbamos a tener sexo.  Se rió, recogió su bolso y se marchó.


No daba crédito a lo que acababa d suceder.  Pedí un Bourbon y ante mi incredulidad, comencé a pensar en la forma en que comenzaron nuestras relaciones y en lo que en cierta ocasión tu me reprochaste. Y en ese momento pensé en el bebe, y le imaginé mayor, y en que pudiera vivir una situación como la mía, y entonces lo vi todo claro, diáfano.  Estuvo mal, muy mal, y efectivamente eso tiene una palabra : pederastia, y ella lo fue.  Sentí frío y una pena tremenda en mi interior.

Deseaba volver a casa, estar contigo, abrazarte en la cama  que me dieras calor, porque hasta tiritaba. Por mi espina dorsal corría un frío aterrador.  Pagué , pero no se cómo llegué hasta casa, creo que el  maitre del pub llamó a un taxi, Me vi dentro del ascensor y posteriormente en casa.  Cuando tu me ayudabas a ir hasta el dormitorio, quería besarte, decirte que te quería, que me perdonaras lo bruto que había sido, y que no era por no amarte, sino por el miedo espantoso que tenía y que tengo,  ante la responsabilidad de ser padre.  Eso ha sido todo. Me dolió nuestro enfado, nuestros silencios, el que te fueras de nuestro dormitorio, pero entendía lo ocurrido.

  Y ahora a dormir.  Ella me mira, me da un beso en los labios y me dice


- Gracias por contármelo. buenas noches Christian.

Y la abrazo contra mi.  Beso sus cabellos que he echado de menos durante estos interminables días, y veo que Ana, poco a poco se va quedando dormida.  Yo aún tardo en hacerlo.  Repaso mentalmente todo lo que he vivido esta tarde, lo que he contado y lo que siento . Y cosa extraña, siento alivio y ello me reconforta: ya no existe ninguna barrera, ni siquiera un pequeño escalón que subir. Estoy con Ana, la quiero, me quiere y vamos a ser padres. Ella me enseñará a serlo, y poco a poco lo iré asimilando y con ayuda de ella, lo conseguiré , porque de lo contrario ella no me lo perdonaría.


Autoría:   Versión libre de 1996rosafermu( Basada en la novela de E.L.James  Cincuenta sombras de Grey)
Fotografías: Internet
Edición:  Año 2017
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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